lunes, 11 de julio de 2016

La vieja loca idea de la colimba

lunes 11 de julio de 2016




La vieja loca idea de la colimba




Por      Revista Veintitrés

Los legisladores de la oposición, en alerta. El diputado Olmedo, aliado a Cambiemos, busca  consenso con los ministros.
Macri y la nueva política hacia las FF.AA.
Cada tanto, el fantasma del servicio militar obligatorio viene a rondar la agenda social y política por obra de quienes añoran el pasado. A lo largo de casi un siglo de nuestra historia, la ceremonia del sorteo, la incorporación y los abusos de autoridad ejercidos en los cuarteles formaron parte de la vida de la mayoría de los jóvenes que desde pequeños se imaginaron vestidos de soldados al menos por un año. Un nuevo proyecto de ley se encuentra a la espera de ser tratado en la Comisión de Defensa de la Cámara baja. Se trata de la promoción de un servicio militar obligatorio y comunitario que con algunas variantes respecto de iniciativas anteriores fue presentado por el diputado nacional Alfredo Olmedo, de Salta Somos Todos, aliado de Cambiemos. En su texto, el expediente interno 0232 alude la obligatoriedad exclusiva de prestar servicio a jóvenes de 18 años, mujeres y hombres, que no estudien ni trabajen, en cuarteles militares. Desde el momento en que los ciudadanos traspasan los portones del cuartel tendrán estado militar y se pondrán bajo la órbita de sus autoridades. "Deben estar dispuestos a darlo todo", propone el parte el proyecto del diputado salteño que ya provocó alertas.
"Se verá si hay consenso para tratarlo durante el segundo semestre del año pero el Ministerio de Defensa tiene otras propuestas", explicó el diputado radical Héctor Gutiérrez, vicepresidente de la Comisión de Defensa "Personalmente, no comparto la idea del servicio militar. Hay otras formas de trabajar para solucionar los problemas de ese millón de jóvenes que no trabajan ni estudian".

En la Comisión de Defensa existen algunos reparos a darle luz verde a la iniciativa.
Alfredo Olmedo no fue el único político en pedir la conscripción con el fin de sacar a los jóvenes de la calle. En 2014, el ex senador bonaerense Mario Ishii también se pronunció por una incorporación masiva a las filas de las Fuerzas Armadas. Olmedo fue más persistente. Hizo la propuesta varias veces por medio de proyectos girados al Congreso y hasta le encargó una encuesta a un conocido consultor para conocer la opinión de la población: siete de cada diez argentinos aprobaban la vuelta de la colimba.
Cambio de época
Tras la muerte del soldado Omar Carrasco en 1994, el ex presidente Menem dio de baja al servicio militar obligatorio cambiándolo por un servicio de soldados voluntarios, rentados y con posibilidades de "engancharse" en la carrera militar. Uno de los artículos de la ley que derogó la "colimba" dice que "en el caso excepcional de que no se llegaran a cubrir con soldados voluntarios los cupos fijados, el Poder Ejecutivo podrá convocar a los ciudadanos que en el año de la prestación cumplan 18 años de edad".
Es precisamente esta norma la que busca eliminar un grupo de diputados nacionales socialistas, con Alicia Ciciliani a la cabeza, mediante un proyecto presentado en el mes de junio. "Los jóvenes vinieron a pedirnos que avancemos con el proyecto porque en el Parlamento hay iniciativas para reflotar el servicio militar obligatorio. Ese modelo de un año de entrenamiento quizá fue necesario en el siglo pasado, donde las posibilidades de una guerra eran parte de una cuestión cultural dentro de la sociedad", argumentó Ciciliani a Veintitrés, y rechazó la teoría de la contención de los jóvenes en riesgo. 
"En los cuarteles, el entrenamiento en el uso de armas exige una disciplina bajo un orden jerárquico muy fuerte. Falsamente, algunos alegan que para combatir las adicciones debería volverse a la brutalidad sin conocer el fondo del problema. Hay que derogarla porque nunca falta algún desubicado que sugiere ese modelo. Muchos creen que el servicio militar es positivo hoy, pero lo proponen porque es una manera de volver al pasado"


Entrevista a Alfredo Olmedo. "Busco normalizar la sociedad"


¿Hizo la conscripción?
–Hice el liceo militar, que en cuatro años es el reemplazo del servicio militar. Allí me forjé en valores, respeto a la Patria y a los padres, y es por eso que llevo adelante esta idea donde soy un convencido de que es una de las soluciones de la Argentina y de la juventud por sobre todas las cosas.
–¿Cree que incorporando jóvenes que no estudian ni trabajan a las Fuerzas Armadas se soluciona algo? Muchos de ellos no tuvieron posibilidades, por lo que sería un castigo doble.
–El servicio militar iguala para arriba y da posibilidades para todos. Estoy pidiendo un servicio militar sin uso de armas y distinto al de antes. Hoy no se respeta un plato de comida ni a la autoridad, y para el que lo tiene todo será una oportunidad para que valore lo que posee. Muchas veces, el que más tiene termina sin hacer nada porque cree que el padre tiene la obligación de sostenerlo. El fracaso en la vida termina cuando estos jóvenes sin valores no saben qué valores transmitirles a sus hijos cuando los tengan. Busco normalizar la sociedad donde quedó demostrado que, de tantos derechos, muchas veces los mismos beneficiarios se quedaron sin derechos.
–¿Por qué hacerlo en el ámbito militar?
–La gente quiere el servicio militar obligatorio y no solo para los que no estudian ni trabajan. Lamentablemente murió el soldado Carrasco, y hoy mueren miles de jóvenes por distintos motivos como accidentes o adicciones. Hay muchos muertos en vida y sin proyectos a futuro.
–Usted sabe que, como antes, van a existir los "acomodos".
–Creo que el país ha cambiado y nos dimos cuenta de que el mal uso de la política nos llevó a la actual situación. Entonces, el que haga el servicio va a salir a la sociedad como un hombre con todas las letras y honrado de haber servido a la patria.
–¿Cuál es la diferencia con los anteriores proyectos?
–La diferencia es que antes no contemplaba la incorporación de mujeres.
–¿Y los homosexuales? La colimba de antes los excluía.
–No hay problema, no van a estar excluidos. El texto no lo dice pero no discrimina ni prohíbe, quizá debió haberse aclarado.
–¿Y con los objetores de conciencia?
–Si llegara a haber algún padre que objete, tendrá que ir a la Justicia. Queda en la conciencia de cada padre si quiere a un hijo en la calle o con valores. El Ejército Argentino nació con la patria y el problema que tuvimos es que se invirtieron o mezclaron los roles.
–Hay chicos que tienen problemas desde mucho antes de los 18 años. ¿Un año es suficiente para solucionarles la vida?
–Si a ese joven le sube la autoestima, algo va a cambiar porque es muy difícil salir de eso. Pero hay que empezar por algún lado, y es algo que va a demorar.
–¿Por qué deben abstenerse de militar en política o sindicatos?
–No van a poder mientras estén en el servicio. Repito: si no estudia ni trabaja, adentro. Esto es a favor de ellos y no en contra, no es un castigo.
–¿En qué instancia se encuentra su proyecto?
–Ahora que ya votamos las leyes urgentes voy a pedir una audiencia con los tres ministros para que evalúen la posibilidad de llevarlo adelante.


El Pro y las Fuerzas Armadas


La llegada de Cambiemos a la Casa Rosada trajo aparejado un cambio de paradigma en la relación del Poder Ejecutivo con las Fuerzas Armadas. El decreto 721 firmado por Mauricio Macri generó fuertes polémicas porque transfirió facultades del poder político a las Fuerzas Armadas y consecuentemente debilita el control civil sobre los asuntos vinculados a la defensa nacional. Dicho decreto, que deroga otro firmado por el presidente Raúl Alfonsín en 1984, autoriza a los jefes de las Fuerzas Armadas a que dispongan cambios de destino del personal militar, efectuar designaciones del personal con mayor grado de autonomía y nombrar al personal militar retirado en funciones docentes. Las Fuerzas Armadas asumen todas estas facultades, sin la necesaria supervisión del Ministerio de Defensa, como hasta entonces.
El cambio de paradigma también quedó en evidencia con el cierre y desmantelamiento que llevó adelante el Gobierno de varias subsecretarías de Derechos Humanos, como ocurrió en el Banco Central y el Ministerio de Seguridad. En la última Feria del Libro, la Secretaría de Derechos Humanos presentó una nueva edición del Nunca Más que conserva el prólogo original de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) – correspondiente a la publicación de 1985 – pero borró el que se agregó en la edición de 2006, cuando la secretaría estaba a cargo de Eduardo Luis Duhalde. Con dicho prólogo se buscó corregir la teoría de los dos demonios que contenía el texto correspondiente al prólogo original y que ponía en un plano de igualdad los delitos cometidos por las organizaciones armadas con los crímenes del terrorismo de Estado. El cambio de rol y funciones que el macrismo pretende llevar adelante en los Museos de la Memoria van en la dirección que apunta a "cerrar las heridas del pasado", más que a mantener viva la memoria. Si bien no se pusieron trabas a los juicios por crímenes de lesa humanidad que siguen en proceso, una serie de sucesos marcan un giro con respecto a la interpretación de los años más oscuros de la historia argentina y también al rol que deben cumplir los militares en la actualidad.


El crimen que cambió la ley

Omar Carrasco se había incorporado al Grupo de Artillería 161 de Zapala en marzo de 1994. Después de tres jornadas de instrucción en esa guarnición neuquina, el soldado conscripto desapareció de la vista de sus compañeros y fue reportado como desertor. Su ausencia fue también corroborada por sus padres que fueron a visitarlo en su primer franco. Las autoridades militares habrían debido comunicarles la novedad días antes, lo que despertó sospechas. Un mes más tarde el cuerpo de Carrasco fue encontrado sin vida, y con signos de golpes y violencia, en los fondos del cuartel. Se desató entonces una ola de indignación que llegó a la Justicia y no resultó indiferente para el presidente de la Nación. Por la muerte del soldado, el subteniente Ignacio Canevaro fue condenado a 15 años de prisión, mientras que una pena a 10 años de prisión pesó sobre los soldados Cristian Suárez y Víctor Salazar. Carrasco fue uno más de la lista de colimbas que dieron su vida por la "patria" en los 92 años que duró la ley Ricchieri. Su muerte borró al servicio militar obligatorio transformándolo en voluntario. 




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