lunes 06 de junio de 2016
Alargar la vida del cerebro
«Lo que no me mata, me hace más fuerte».
Friedrich Nietzsche
Friedrich Nietzsche
Por Ignacio Brusco *
Se piensa actualmente a la evolución de la capacidad mental de las personas en términos de poder mantener las funciones cognitivas la mayor cantidad de tiempo posible. El aumento de la expectativa de vida, así como la esperanza de las personas de mantenerse activas (con buena memoria y calidad de vida), ha llevado a pensar que unas de las funciones clave a sostener son las intelectuales.
En el primer censo de la ciudad de Buenos Aires del año 1895 la esperanza de vida era 26,5 años. Hoy llega a más de 70 y hay más de 5.000 centenarios (es decir, personas de más de 100 años) en la República Argentina. Es entendible entonces la necesidad de conocer los factores que intervienen en la prolongación de la salud mental. La resiliencia cognitiva es la capacidad cerebral de soportar la injuria, considerando a la adversidad como todo factor social, ambiental o biológico que afecta al cerebro (por ejemplo la hipertensión, el colesterol o el tabaquismo).
El término de «resiliencia» se aplicó en un principio a la capacidad de los materiales a soportar la injuria. Se habló posteriormente de resiliencia también al estudiar a los niños en su evolución social, habiendo algunos que no soportan las dificultades sociales y económicas otros progresan y pueden sortear las dificultades. Se la define como la "habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva" (ICCB, Institute on Child Resilience and Family). Diferente es este concepto de la «reserva cognitiva» que implica la capacidad intelectual de la persona en un corte en el tiempo.
Otros de los factores que intervienen fuertemente en la resiliencia cognitiva son los genéticos. Nuestro grupo del Hospital de Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires presentó el término «resiliencia cognitiva» en la Conferencia Internacional de Alzheimer del año 2012 en Vancouver. Al otro año, el congreso agregó al concepto como sección dado que se reconoció la importancia de múltiples factores y el riesgo familiar tanto para proteger como para alterar la cognición en la vejez. Así, se le dio también importancia a los multifactores como las posibilidades de mediación en medidas preventivas para la conservación de la utilidad del cerebro.
Otro concepto relacionado con la capacidad funcional del cerebro es que no siempre su tamaño está de acuerdo con la capacidad intelectual. El volumen del cerebro, si bien tiene relativa relación con la capacidad cognitiva, presenta variables significativas. Es posible observar personas con el cerebro muy disminuido en tamaño (atrofia cerebral) pero sin embargo con evaluaciones neurocognitivas acordes con la edad. Sin embargo, hay otros casos en los que el cerebro se mantiene con un tamaño relativamente normal pero la persona posee alteradas sus funciones. Se ha comprobado que tanto el tamaño celular de las neuronas como las conexiones de las mismas constituyen un componente tan importante como la cantidad de neuronas que presenta la corteza.
Estas variaciones muy probablemente sean consecuencia de la educación, alimentación, traumatismos y demás factores que le han sucedido a la persona. Es por eso que las variables genéticas más las ambientales-metabólicas generan tanto la conformación como la vida útil del cerebro. La capacidad para que el cerebro perdure depende en parte de estas variables, que además revelan otras cuestiones complejas que están siendo investigadas con los estudios de conexión cerebral (Proyecto Conectoma Humano) y su funcionamiento (Proyecto Cerebro Humano).
* Neurólogo. Doctor en Medicina y doctor en Filosofía. Investigador del Conicet
No hay comentarios:
Publicar un comentario