lunes 31 de octubre de 2016
HISTORIA
Deporte y peronismo
Luego de la destitución de Juan Domingo Perón en septiembre de 1955, por medio de una variopinta alianza compuesta por socialistas, radicales, comunistas, empresarios, vastos sectores medios y altos de la sociedad, la cúpula de la Iglesia Católica, la Sociedad Rural, Estados Unidos e Inglaterra, comenzó lo que los historiadores llamamos el proceso de desperonización.
Por Iván Pablo Orbuch
"Soy Profesor de Historia recibido en la UBA.
Doy clases en la Universidad de Avellaneda
y en la Universidad de Buenos Aires. He
concluido la Maestría en Ciencias Sociales
con Orientación en Educación en FLACSO.
Dicto la asignatura Historia Social y Política
de la Educación Argentina en las Escuelas
Normal Superior Nº 7, Normal Superior Nº 11
y en el ISFA Manuel Belgrano. Doy clases en
el nivel medio en Ciudad de Buenos Aires y
en el Gran Buenos Aires"
Esto significó, no sólo la prohibición de mencionar a Perón y Eva Duarte de Perón mediante el decreto 4161/56, el obligado exilio del líder, que generaciones de estudiantes se hayan formado con el manual de la asignatura Educación Democrática (cínismo puro cuando más de la mitad de la población no podía votar a quien quería o había dictaduras) o el secuestro, vejación y entierro del cadáver de Eva Perón en Italia con la identidad cambiada, sino el intento de revertir las bases del Estado benefactor implementado por las políticas del peronismo. Lo que siguió, entre los años 1955 y 1976 fue un verdadero empate social, en el que los sectores peronistas eran fuertes para evitar perder todas las conquistas sociales, como el caso del Artículo 14 bis del año 1957, que es un ínfimo reconocimiento de los derechos laborales en relación a la progresista y avanzada Constitución peronista de 1949, pero no la pérdida total de los derechos; pero no eran tan poderosos como para lograr que Perón retorne a su patria, cosa que recién se logró en 1973. Por su parte, los sectores antiperonistas eran fuertes para impedir que el líder justicialista retorne del exilio, pero no tanto para imponer sus planes económicos de miseria. Ese empate fue roto de manera violenta con la aquiescencia de importantes sectores de la población el 24 de marzo de 1976.
Una de las facetas más características del periodo peronista fue el auge que vivió el deporte, tanto en la esfera amateur como en la profesional. En efecto, la cultura física y la actividad deportiva poblacional eran vistas como un derecho y como una garantía de la ampliación de las prerrogativas ciudadanas. Además de servir para incrementar sustantivamente la salud de la población gracias a los exámenes médicos efectuados en cada justa deportiva. Deporte, ocupación del espacio público, construcción de la ciudadanía, vida sana y al aire libre, eran tópicos que iban de la mano. También fue el deporte una particular forma de inserción en el mundo, en medio del conflicto por la Guerra Fría. Los éxitos del Mundial de Básquet de 1950, de los Panamericanos de 1951, las visitas resonantes como la de campeones mundiales o la de los Harlem Globetrotters, eran indicativos del lugar ocupado por la Argentina en el concierto internacional en lo concerniente al deporte, pero era también otra vía de crecimiento para exhibir a otras naciones: la Tercera Posición, equidistante del capitalismo y del comunismo.
Luego del derrocamiento del peronismo numerosos deportistas fueron perseguidos y sancionados por el hecho de haber apoyado al gobierno que rigió los destinos nacionales entre 1946 y 1955. Los casos del Mono Gatica, los campeones de Básquet, Osvaldo Suárez y Mary Terán de Weiss son las más resonantes, pero se pueden contar por millares. En rigor de verdad, lo que existió a partir de 1956, y hasta el año 2003, fue un descenso de la inversión (gasto según estos gobiernos) en todo lo relativo a lo social. El deporte fue una de las víctimas, junto a la salud, la educación y la cultura popular.
Desde el año 2009 se creó el ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), con grandes resultados, teniendo en cuenta el estado de abandono en que se encontraba el deporte desde hacía décadas. Muchos deportistas comenzaron a cobrar una beca para poder perfeccionarse en su rendimiento. Durante estos días nos enteramos del caso de María Peralta, a quien se le acaba de sacar el monto que recibía.
El argumento del ajuste permanente repercute en las escuelas, donde no se reparten ni libros ni computadoras, en lo laboral, donde la inflación le gana por lejos a los aumentos salariales, y también en el divertimento popular por excelencia que es el deporte: al fin del Fútbol para todos, ahora se le suma la noticia del recorte de becas a los deportistas nacionales.
Nada sorprende con los gobiernos impopulares, hasta es posible, que viendo las reacciones adversas, se decida seguir pagando el estipendio. EL neoliberalismo avanza hasta adonde el pueblo lo permite. El deporte es parte de la cultura popular, ¿seremos conscientes de eso? ¿o seguiremos pensando que es un despilfarro de la década kircherista? De nosotros depende.
* Iván Pablo Orbuch. Autor de Peronismo y Educación Física. Políticas públicas entre 1946 y 1955. Editorial Miño y Dávila.
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