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domingo 16 de octubre de 2016
OPINIÓN
CULTURA
El Nobel de Bob Dylan
en 2016 en la Facultad de Comunicación de la
Dijo una vez el 'antipoeta' Nicanor Parra que Bob Dylan, con tres versos, "se hace acreedor de todo". Se refiere a tres líneas de la canción Tombstone Blues, que apareció en Highway 61 revisited. Mama's in the fact'ry she ain't got no shoes/ Daddy's in the alley he's lookin' for the food/ I'm in the kitchen with the tombstone blues [1]. Parra quizás escuchó demasiado. Probablemente haya querido perseguir lo generacional, lo endémico de aquellos años. Obvió entonces que, desde la primera estrofa del tema, Dylan podría haberse callado para siempre: The sweet pretty things are in bed now, of course/ The city fathers, they're trying to endorse/ The reincarnation of Paul Revere's horse/ But the town has no need to be nervous [2]. El trovador de Minnesota había musicalizado un pronunciamiento beat, 'ginsbergiano' si se quiere.
Le han dado el Nobel de Literatura a Dylan "por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición estadounidense de la canción". Podrían haber nombrado a Don DeLillo, a McCarthy, a Roth. A DeLillo, por "llevar el posmodernismo a toneladas de páginas"; a McCarthy, "por crear una versión extendida de Faulkner"; a Roth "por el pobre Portnoy que sufre y el curioso de Zuckerman". Dylan tiene solo dos libros. Tarántula (1971) y Chronicles: Volume One (2004). El primero tiene más del Dylan-Nobel y el segundo más del Dylan-Pop, si es que en algún momento existió un Dylan-Pop. Muchos han afirmado que, ciertamente, Tarántula pasó casi desapercibido, que tuvo malas críticas. Un pequeño fragmento: "aquí yace Bob Dylan, / asesinado/ por la espalda/ por carne temblorosa/ que, después de ser rechazada por Lázaro, / saltó encima de él/ por soledad, / pero quedó maravillada al descubrir/ que él era ya/ un tranvía". Eran los tiempos en que a veces el mainstream despreciaba casi todo lo que oliera a post-Joyce. Dylan era un artista-etiqueta, una marca generacional, y todo lo que escapara de ello sería potencialmente vilipendiado. De Chronicles…, solo decir que son pasajes, estampas, escenas; que tuvo un mayor éxito de crítica, pero ya el mito Bob Dylan era una marca expandida, un objeto de colección.
Basta con dedicar únicamente 101 minutos con 43 segundos para entender al comité que entregó el premio. The Freewheelin' Bob Dylan y Highway 61 revisited, uno detrás del otro, valen para antologar toda una tradición poética norteamericana que viene desde Whitman, hace escala en T. S. Eliot y se asienta en Kerouac, Ginsberg. Dylan fue el primero en darse cuenta de que Whitman y el resto podrían ser los pioneros de las canciones folk.Aunque el trovador de Minnesota haya dicho que el músico Woody Guthrie fue "su último héroe"; después de 101 minutos y 43 segundos es posible darse cuenta de que nos ha estado engañando durante toda la vida.
Probablemente la afirmación "haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición estadounidense de la canción" sea una sentencia falaz. O una verdad a medias. El efecto de Dylan es de transposición y su principal "defecto" como poeta debe ser la guitarra y unos cuantos discos.
Dylan tocó ayer en Las Vegas. No habló del Nobel. El concierto duró una hora y media. Dicen que cantó Blowin´ in the wind. Pudo vérsele sentado al piano y vestido de blanco. Interpretó también la versión de Why try to change me now? que está grabada en Shadows in the Night. Casi antes del final del tema, se escucha: "Why can't I be more conventional?/ People talk and they stare, so I try/ But that can't be, 'cause I can't see/ My strange little world just go passing me by" [3]. Dylan rehúye a las polémicas. Su relación con el público siempre ha sido lejana, esquiva, irreverente.
El sueco Tomas Tranströmer había sido el último poeta ganador del Nobel. En una de las estrofas finales de Tábano dorado redacta una declaración de principios, dylaniana si se quiere: "El mayor fanático es el mayor escéptico. Él no lo sabe. / Él es un pacto entre dos/ según el cual el uno tiene que ser visible al cien por ciento/ y el otro invisible. / ¡Cómo odio la expresión "cien por ciento"!"
Notas
[1] En español sería: Mamá está en la fábrica no tiene zapatos/ Papá está en el callejón buscando comida/ Yo estoy en la cocina con el blues de la lápida.
[2] En español: Las dulces y hermosas cosas están en la cama por supuesto/ los padres de la ciudad están intentando endosarse/ la reencarnación del caballo de Paul Revere/ pero el pueblo no tiene necesidad de estar nervioso
[3] Traducción: ¿Por qué no puedo ser más convencional?/ Las personas hablan y se quedan mirando, entonces lo intento/ pero no puede ser, porque no puedo ver/ a mi pequeño y extraño mundo solo pasando delante de mí.
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