lunes 24 de octubre de 2016
Las dos décadas perdidas
Ley del borrón cultural. Si se aprueba la norma para sacar el nombre de Néstor Kirchner a obras públicas, se perderán otros nombres de la historia reciente, como el de Alfonsín y Pappo.
Por Franco Mizrahi
Una tabula rasa cortoplacista. Eso está proponiendo el macrismo a partir de una iniciativa promovida por el titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, para borrar del escenario social toda reminiscencia al kirchnerismo. ¿Cómo planean hacerlo? Regulando la denominación de instituciones públicas. Pretenden que la ley se aplique no solo hacia adelante, sino, con cierto tinte revanchista, también sobre las denominaciones que se realizaron en los últimos años.
"En ningún caso pueden designarse calles o lugares públicos con nombres de personas antes de haber transcurrido veinte años de su muerte o desaparición forzada, o de haber sucedido los hechos históricos que se tratan de honrar", se afirma en el borrador de la iniciativa que admitió el propio Lombardi. Se establece un tiempo para concretar el borrón cultural: "Las restricciones son de aplicación a las denominaciones existentes en la actualidad, las que deben adaptarse en un plazo de 120 días", se indica. Si bien el Gobierno lograría su cometido de, por ejemplo, cambiarle el nombre al Centro Cultural Néstor Kirchner, su obsesión por resimbolizar el país derivaría en que edificios, hospitales, escuelas y calles que homenajean al ex presidente Raúl Alfonsín también dejen de llamarse así. Es más, ante la generalidad del texto, hasta una plaza cuyo nombre hace referencia a un artista podría correr el riesgo de ser renombrada.
La idea es que haya que "esperar por lo menos 20 o 30 años para analizar a quiénes homenajeamos", aseguró Lombardi. "No se trata de ir por un nombre propio, sino de mejorar las prácticas republicanas. Queremos salir del populismo", señaló Lombardi en declaraciones a Radio Milenium. Más de cien calles, plazas, monumentos, terminales de ómnibus, escuelas y oficinas públicas con el nombre "Néstor Kirchner", es lo que en realidad parece preocupar a Cambiemos.
En pos de lograr un reseteo cultural, los autores de la iniciativa soslayan otros efectos: el edificio que la Auditoría General de la Nación ocupa en el centro porteño fue bautizado como "Presidente Raúl Alfonsín" y debería cambiar su denominación si se aprueba el proyecto que impulsa el correligionario Lombardi porque Alfonsín falleció el 31 de marzo de 2009. El inmueble, situado en la avenida Rivadavia al 1700 lleva el nombre del ex presidente por la ley 27.013, sancionada por el Congreso de la Nación en el 2014. Se aprobó en homenaje al ex mandatario, referente histórico del principal aliado del Pro: la UCR.
Pappo. El monumento y la calle que llevan el nombre del guitarrista
correrían la misma suerte.
También lleva su nombre otro edificio que fue designado así por el actual gobierno de Mauricio Macri: el edificio de la Universidad Nacional del Noroeste de Buenos Aires, en Junín. Para el acto de inauguración de aquel establecimiento, el 28 de diciembre pasado, se hizo presente el ministro de Educación, Esteban Bullrich. Se trata de un espacio donde funcionó el emblemático Hospital Ferroviario de Junín, en la esquina de avenida Libertad y calle Sarmiento.
Un punto central del proyecto será cómo articulará el gobierno nacional su pretendida transformación cultural con las administraciones provinciales y locales. Porque, en un principio, la legislación solo tendría alcance nacional. Así, diversos establecimientos públicos y calles quedarían en una nebulosa. Sería muy poco efectiva – y carecería de sentido práctico – aplicar una ley a nivel nacional que sea anulada en los hechos por cada provincia (siempre y cuando el objetivo de la iniciativa sea el se dice que es). Lo cierto es que de replicarse una ley de este estilo en los diversos distritos del país, el problema para la alianza de gobierno se repite: deberán renombrarse muchos establecimientos públicos no kirchneristas.
Por poner una serie de ejemplos: desde el 31 de marzo 2010, la sede de la Municipalidad de San Salvador de Jujuy se llama "Presidente Raúl Alfonsín". Fue como homenaje al ex presidente al cumplirse un año de su muerte. También existen calles con su nombre en Entre Ríos, Chaco, Tucumán o Santa Cruz. En Vicente López, zona norte del conurbano bonaerense, hay un vial costero que lo honra. Lo mismo sucede con distintos hospitales, como el Nuevo Hospital de la localidad de Riachuelo (Corrientes) bautizado "Presidente Raúl Alfonsín" o el Centro de Salud Presidente Raúl R. Alfonsín, en Santo Tomé, provincia de Santa Fe.
Además de Kirchner y Alfonsín quedarían afectados por el proyecto los establecimientos, calles o plazas que lleven el nombre de René Favaloro o Antonio Cafiero, por ejemplo, quienes fallecieron el 29 de julio del 2000 y el 13 de octubre de 2014, respectivamente. El debate, incluso, desborda lo político y afecta a íconos de la cultura popular. ¿Qué sucederá con una plaza llamada Diego Armando Maradona? ¿Y con la plaza que remite al escritor Osvaldo Soriano, quien falleció el 29 de enero de 1997? ¿Y con el jardín público María Elena Walsh, que inauguró en noviembre de 2011 el gobernador de Corrientes, Ricardo Colombi?
Algo similar sucede con la calle y el monumento que llevan el nombre de Norberto "Pappo" Napolitano, o la calle que homenajea a Gustavo Cerati en su ciudad natal, Paraná. ¿Y qué será del viaducto Luis Alberto Spinetta?
Por lo pronto, el borrador del proyecto establece que no se podrán utilizar "nombres de autoridades que hayan ejercido su función contra el orden democrático" ni "denominaciones contrarias a los valores democráticos, la paz y la concordia social, o que signifiquen una ofensa a cualquier persona o grupo".
Mientras que para renombrar cada uno de los sitios que se verán afectados se propone crear "una comisión bicameral para la Denominación de Bienes y Espacios Públicos". Su función será "dictaminar en todos los proyectos de ley referidos a la imposición de nombres o denominaciones a bienes muebles e inmuebles del Estado, vías de circulación, obras, monumentos, y entidades en general".
La comisión tendrá mucho trabajo. La lista de calles, plazas, establecimientos públicos y escuelas que se podrían ver afectados por el proyecto macrista es extensa. Casi tanto como la polémica que desata la iniciativa.
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