miércoles, 26 de octubre de 2016

Fuera de las normas


miércoles 26 de octubre de 2016
El papa Francisco impulsó la apertura de los archivos.



GUADALUPE MORAD, DOCTORA EN HISTORIA DE 

LA IGLESIA




Fuera de las normas





Es la especialista que organizó y sistematizó los archivos, tanto en el país como en el Vaticano. Dice que es una medida "excepcional de Francisco".


Por       Alejandra Dandan



Guadalupe Morad es doctora en historia de la Iglesia y especialista en patrimonio cultural. Fue la persona que organizó y sistematizó los archivos recién desclasificados de la Iglesia, primero en la Conferencia Episcopal Argentina, luego en la Nunciatura y durante el último año en la Santa Sede. El sábado volvió a Buenos Aires.

"Lo que hay que entender es el valor excepcional de esta medida de Francisco porque según las normas de la Iglesia esta desclasificación debía hacerse a los cincuenta años", explica en breve diálogo con Página/12. Recuerda un antecedente con Juan Pablo II cuando ofreció información determinada de la Segunda Guerra Mundial. El arzobispo Juan Carlos Arancedo mencionó su nombre en la conferencia de prensa cuando explicó que en Roma les pidieron que la enviaran por un tiempo y fue ella viajó para trabajar y replicar el método de archivo y de catalogación que había hecho en Buenos Aires para unificar los criterios de búsqueda y de resolución.

Morad dice que los archivos fueron digitalizados en OCR, el método que no sólo muestra una imagen copiada sino que permite una búsqueda por palabras. "Para mí es importante poder decir que esto lo entiendo como una contribución con lo que se pueda a aquellas madres y familiares, para que les permita, ojalá, cerrar el ciclo de la historia familiar. Ojalá podamos contribuir a ello".

Los archivos de cada caso varían. Están conformados por las cartas originales que mandaron los familiares dirigidas a la Conferencia Episcopal. "Si la gente no se quedó con copia, ahí van a encontrar una", dice. Una copia en general en carbónico de la respuesta que les dio la Iglesia. En el caso de que la Iglesia hubiese hecho alguna gestión, también está la copia de la gestión que hizo la Iglesia. En general cargas a ministerio del Interior, por ejemplo. Y en el caso que exista, también la respuesta que dieron los organismos oficiales a la Iglesia. Ella dice que en la mayor parte de los casos las respuestas eran como las que recibieron los familiares: no se conoce paradero. Pero también recuerda algún caso en el que el concepto era que "merece estar detenido".

Morad aún no tiene números precisos ni estudios sobre el contenido de lo que hay en los documentos, porque terminó la etapa de digitalizar para la apertura. Por eso insiste en que no quiere dar cifras ni puede dar datos precisos. Sin embargo aporta otros elementos. Entre los documentos hay pedidos de personas individuales, pero también y de a poco van apareciendo las organizaciones y organismos de derechos humanos. A lo largo del tiempo puede verse la evolución. El paso de las hojas sin sellos a los membretes. También las acciones y campañas de organizaciones internacionales como Amnistía Internacional o los movimientos de solidaridad con las víctimas argentinas. También hay presentaciones de sacerdotes de familias que se acercaban a preguntar.

Y las gestiones que hicieron sacerdotes y obispos por los religiosos y los sacerdotes desaparecidos. Pero ese material Morad dice que en su mayoría es conocido.

El pedido de acceso a los documentos será centralizado por la Conferencia Episcopal. Como se dijo en la nota principal los pedidos podrán hacerlos ahora víctimas y familiares o superiores de sacerdotes o religiosos. De momento historiadores y periodistas van a tener que esperar.


























OPINIÓN



Las razones de esta decisión




Por       Washington Uranga



La decisión conjunta de la Santa Sede y de la Conferencia Episcopal Argentina de dar a conocer los documentos que obran en su poder y que se refieren a víctimas, detenidos y desaparecidos durante la última dictadura constituye en sí mismo un gesto de gran importancia política y rompe una tradición eclesiástica aferrada al secretismo y a una conducta del Vaticano como estado que nunca antes abrió sus archivos sino después de transcurridos por lo menos cincuenta años de los hechos que se consideran.

Existen varios factores que confluyen para que esto haya ocurrido. Pero al mismo tiempo no debería leerse que el gesto actual libra de responsabilidades institucionales a la Iglesia Católica en Argentina y a varios de sus miembros por los hechos de complicidad con la dictadura militar. Eso es harina de otro costal.

¿Por qué ahora? Porque los organismos defensores de los derechos humanos vienen reclamando casi desde antaño que la Iglesia ponga a disposición la documentación que obra en su poder, en la casi certeza de que en los archivos puedan encontrarse datos que permitan esclarecer desapariciones, muertes, asesinatos y también información que, por ejemplo, permita encontrar a niños que nacieron en cautiverio. Bergoglio papa prestó ahora los oídos que no tuvo en su momento Bergoglio obispo.

Porque la política de derechos humanos del anterior gobierno generó un clima de conciencia respecto del tema que aumentó la presión de la sociedad sobre la institución eclesiástica para acelerar procedimientos y flexibilizar conductas y protocolos. Ambas cuestiones fueron dejando a la Iglesia Católica en una posición cada vez más incómoda por la negativa a facilitar el acceso a la información.

No menos cierto también es que el tiempo transcurrido hace que los responsables eclesiásticos que pudieran verse involucrados o perjudicados por la información que se divulgue están en su mayoría muertos o, en último caso, fuera de funciones relevantes dentro de la Iglesia. De esta manera el riesgo institucional queda bajo mayor resguardo. Esto sin perder de vista que cada vez que la Iglesia pidió perdón públicamente por los "errores" cometidos durante la dictadura militar siempre aludió a los miembros "que pudieran haber pecado" pero nunca asumió responsabilidades institucionales.

A lo anterior debe sumarse, sin duda, la presencia de Jorge Bergoglio en el Vaticano como papa Francisco. Fue el propio Papa quien, como ejercicio de su autoridad, dio instrucciones para proceder en el sentido que se hizo. Determinación que incluso produjo malestar en algunos miembros del episcopado católico que siguen sin estar de acuerdo con la decisión. Desde Buenos Aires un firme defensor de la política de apertura y quien trabajó intensamente para llegar a este momento fue el actual secretario de la Conferencia Episcopal y obispo de Chascomús, Carlos Malfa. Como se ha dicho tantas veces, la Iglesia está muy lejos de ser una institución monolítica en sus modos de pensar y entender la historia de la humanidad. En el seno de la comunidad católica pero también dentro del episcopado conviven visiones muy distintas, encontradas y hasta contradictorias en relación a los temas de la sociedad.

No habría que perder de vista tampoco la oportunidad del anuncio. Si bien es el resultado al que se arriba como consecuencia de un proceso iniciado hace tiempo, la decisión se adopta en un momento sensible para la política de derechos humanos, precisamente cuando el gobierno de la Alianza Cambiemos le quita recursos y respaldo a una política pública que se había instalado como prioritaria entre los argentinos. Un nuevo mensaje de Francisco para el gobierno de Macri.




























LOS INTENDENTES DEL PJ BONAERENSE ARMARON 

UNA MESA POLÍTICA PARA UNIFICAR POSICIONES




Una mesa de unidad que supere los grupos




En un encuentro con casi 50 intendentes en Lobos, acordaron armar una mesa con representación de todas las secciones electorales. Buscarán una posición común respecto del Presupuesto bonaerense.

Los intendentes del peronismo bonaerense se reunieron ayer en Lobos 
por primera vez en al año.



Por        Fernando Cibeira



Los intendentes de todos los sectores del peronismo bonaerense anunciaron ayer la conformación de una Mesa Política donde discutirán una posición unificada respecto al presupuesto enviado por la gobernadora María Eugenia Vidal y buscarán organizar encuentros con representantes de gremiales y legislativos para plantear los problemas que están viendo en sus municipios. La cita fue a puertas cerradas en el club Independiente de Lobos y, más allá del acuerdo puntual, lo que quedó en claro fue la decisión de los casi 50 intendentes del PJ de potenciar los temas que los unen y disimular – al menos por ahora – las diferencias.

Hablaron alrededor de 20 intendentes y ninguno hizo mención a candidaturas ni a nombres propios. Sí hubo quienes realzaron lo realizado por los gobiernos kirchneristas y otros que plantearon la necesidad trazar una raya y mirar para adelante. Pero no hubo cruces ni chicanas. Prevaleció la intención de fortalecer los intereses comunes y de ejercer una oposición firme tanto ante el gobierno nacional como ante el bonaerense.

Fue la primera reunión que convocó a todos los intendentes del PJ después de las elecciones del año pasado. Hasta ahora, lo que había prevalecido eran los lanzamientos de distintos grupos – el Esmeralda, el Fénix, el Patria y los del interior provincial – potenciados por las distintas posiciones respecto al kirchnerismo y por algunos posicionamientos personales. Ayer buscaron superar el fraccionamiento e ir un paso en pos de la unidad del peronismo, muy mentada en los últimos tiempos pero con pocos avances concretos. "Vamos a una unidad y sino lo resolveremos en las PASO", concluía un intendente que participó del cónclave.

Arrancaron a las 11.30 y terminaron pasadas las 15. Comieron asado acomodados en mesas formando un gran rectángulo. Estuvieron todos los que imaginaron que estarían. Entre quienes faltaron, por ejemplo, estuvieron Alejandro Granados, de Ezeiza, y Mario Ishii, de José C.Paz, más cerca del Ejecutivo bonaerense que de sus pares del peronismo. También participó el presidente del PJ bonaerense, Fernando Espinoza. Y aunque la Mesa Política lanzada ayer podría interpretarse casi como una conducción partidaria paralela, Espinoza mostró su apoyo.

"Estuvimos trabajando para que las necesidades de la gente sean prioridad en el Presupuesto: que no haya endeudamiento para gastos corrientes y que los recursos se inviertan en seguridad, educación, salud y obra pública", dijo el intendente de San Martín, Gabriel Katopodis.

"La idea es conformar un grupo unido, que represente a todos los sectores del justicialismo de la provincia, más allá de las diferencias que tengamos. Queremos defender los intereses de nuestros municipios y sus vecinos", dijo el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi.

"Que quede muy claro que no nos interesa tener un candidato ahora. Nos preocupa la gente y en eso estamos todos unidos", remarcó la intendenta de La Matanza y titular de la FAM, Verónica Magario, una de las encargadas de cerrar las deliberaciones.

Estas expresiones coincidentes en jefes comunales que forman parte de distintos grupos marca el buen clima en el que transcurrió el encuentro, que dio hasta para el feliz cumpleaños al intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray. Lo que no estaba claro era qué sucedería a partir de ahora con esos agrupamientos previos, si seguirán existiendo o se diluirán en la nueva Mesa Política.

La preocupación ahora está centrada en las necesidades de los municipios, cada vez más imperiosas ante las políticas de ajuste oficiales. "Nuestra prioridad son los fondos para infraestructura, seguridad y educación", explicó Gray. Serán los temas en los que se pondrá a trabajar la Mesa Política que quedó conformada por intendentes de todas las secciones electorales y que ya tenía en agenda una convocatoria a legisladores provinciales para elaborar una postura común respecto al presupuesto presentado por la gobernadora Vidal, centro ayer de varias críticas por las promesas incumplidas.






























EMPEORÓ LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO EN EL 

ÚLTIMO AÑO




Crece la desigualdad





El diez por ciento más rico de los hogares incrementó su ingreso medio un 49,5 por ciento en un año y pasó de concentrar el 26,6 al 28,5 por ciento de la riqueza.
El Indec buscó ocultar los datos que muestran la desigualdad.


Por        Fernando Krakowiak



La distribución del ingreso empeoró de manera significativa en el segundo trimestre de este año respecto al mismo período de 2015, según se desprende de una serie de cuadros estadísticos publicados ayer por el Indec. El diez por ciento más rico de los hogares incrementó su ingreso medio en el último año de 34.330 a 51.321 pesos, un 49,5 por ciento. De este modo, pasó de concentrar un 26,6 a un 28,5 por ciento del ingreso total familiar en los 31 conglomerados urbanos relevados por la Encuesta Permanente de Hogares. La contracara es el decil de hogares más pobres que en el mismo período aumentó su ingreso medio de 2791 a 3730 pesos, un 33,6 por ciento, lo que lo llevó a reducir su participación en el total de 2,2 a 2,1 por ciento.

El Indec solía publicar los datos del segundo trimestre en un informe difundido a fines de septiembre, pero en esta ocasión el organismo demoró un mes respecto de la fecha habitual, sólo subió los cuadros a la web sin ningún informe adjunto y ni siquiera los anunció en su cronograma de publicaciones, en lo que pareciera un intento de manipulación destinado a tratar que los datos pasen desapercibidos. Esta maniobra se suma a una serie de "retoques" polémicos que realizó el organismo que conduce Jorge Todesca en informes clave como los de desocupación, pobreza, Producto Interno Bruto y producción industrial, tal como fue detallado por Página/12 el último domingo.

Las cifras que acreditan el fuerte aumento de la desigualdad durante los primeros meses de la gestión macrista se subieron a la web, pero no es fácil hallarlas ya que no se destacan en la página principal del portal. Los cuadros están en la subsección "Distribución del ingreso" dentro de la sección "Trabajo e ingresos" de la pestaña "Sociedad" y sin ningún documento adjunto donde se los analice, tal como era habitual. Junto a los datos de ingresos monetarios percibidos por los hogares y las personas, históricamente además se difundía el coeficiente Gini que también da cuenta de la desigualdad en la distribución, pero en este caso no fue publicado.

Si se toman las cifras correspondientes a la población total según ingreso per capita familiar, también se observa un claro deterioro de la distribución del ingreso. El diez por ciento más pobre concentraba en el segundo trimestre del año pasado el 1,8 por ciento del ingreso frente al 29,7 por ciento del diez por ciento más rico, mientras que en el segundo trimestre de este año el primer grupo acumuló el 1,7 por ciento del ingreso y el segundo el 31,3 por ciento.

En términos de ingreso efectivo, los más pobres treparon de una media per capita de 731 a 950 pesos, un 29,9 por ciento más. El diez por ciento más rico de la población, en cambio, hace un año tenía un ingreso medio per capita de 11.921 pesos y ahora subió a 18.037 pesos, un 51,3 por ciento más. El incremento de la desigualdad es consecuencia directa del impacto que viene generando la política económica oficial sobre los que menos tienen.






















LAS IMÁGENES COMO DISCURSO ESTIGMATIZANTE



Las imágenes como discurso estigmatizante




Vista como discurso, asegura Iván Pablo Orbuch, la imagen de la publicidad oficial sobre prestaciones sociales pone de manifiesto una postura estigmatizante y violenta hacia los sectores populares.


Por        Iván Pablo Orbuch    *



En el año 2001 el célebre historiador británico Peter Burke escribió un libro de referencia ineludible para todos los amantes de las Ciencias Sociales: Visto y no visto. El uso de la imagen como documento histórico. En el mismo se llegan a interesantes conclusiones respecto al rol que juegan las imágenes como fuentes históricas y que pueden servir para describir una época determinada. Las fotografías o las publicidades son insumos que, pese a haber sido menospreciadas por un prolongado lapso de tiempo, no hay que dejar de lado si se quiere auscultar de un modo más preciso una sociedad.

Por caso, la famoso foto del beso entre el marino norteamericano y la enfermera, quienes festejaban en las inmediaciones de la plaza cercana a la redacción de The New York Times la rendición de Japón y con ello, el fin de la conflagración mundial que tuvo en vilo entre 1939 y 1945 al mundo entero, fungió como la prueba palpable del rol central que tuvo Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Por cierto, que esa mirada fue funcional a su liderazgo mundial, en los inicios de la llamada Guerra Fría. Y eso demuestra el carácter polisémico de una foto o de una imagen: pueden servir tanto por lo que dicen, expresan o por los personajes que aparecen allí, como por lo contrario, dado que son subjetivas, y en una foto el fotógrafo decide quién aparece allí.

Si un observador desprevenido quisiera analizar la sociedad argentina del año 2016 a través de un afiche institucional, que en este caso, sirve para comunicar acerca de las fechas de los pagos de ANSES en lo concerniente al calendario de aquí a fin de año para las asignaciones familiares (que perciben los trabajadores registrados), y para la Asignación Universal Por Hijo, la Asignación por Embarazo y el Plan Progresar (todas medidas implementadas por el kirchnerismo destinadas a trabajadores no registrados, desempleados, madres solteras y jóvenes en el caso de la última de las medidas mencionadas), tendría una imagen estereotipada que hoy goza de buena salud, y, lo más alarmante, es reproducida por las usinas oficiales. La publicidad puede apreciarse con una imagen partida que separa a ambos beneficiarios de la ayuda estatal.

En un caso, una familia integrada por una madre joven, rubia, de rasgos europeos y de tez blanca, en compañía de un joven, bien vestido y a la moda, alto y que parece proteger con la mirada a su esposa e hija pequeña, que completa el cuadro de la familia feliz y del modelo ideal a seguir. La niña es rubia y parece mirar con despreocupación el futuro dado que tiene el amparo familiar, y, la aceptación de la sociedad. Por otra parte, el hecho de cobrar asignaciones familiares da la pauta que los salarios son más elevados que los de la contraparte del otro cartel, lo que otorga una tranquilidad extra y un motivo más de reconocimiento social. La otra parte del afiche está compuesta por una mujer de rasgos trigueños y aparecen sus dos hijos, de una tonalidad similar en cuanto a su tez. El mensaje es claro, la Argentina que desciende de los barcos se manifiesta con toda su intensidad en la parte que representa a la familia que percibe las Asignaciones Familiares, mientras que la Argentina que se ha tratado de invisibilizar a lo largo de la historia hace su aparición de un modo palpable: la de la necesidad de un Estado tutelar que debe salir al amparo de los más desfavorecidos, que serían los migrantes internos del país profundo, los que no han podido triunfar en la vida dado que necesitan asistencia. La mujer no está en pareja, y si lo está el hombre no aparece en el cartel lo que daría a pensar respecto a la sexualidad de los sectores populares, siempre por fuera de lo esperado y respetable en una sociedad desarrollada, tal cual se suele mencionar en momentos álgidos de la historia. La mujer es madre soltera de dos niños, uno de ellos con mirada triste y sin parecer esperar que nada cambie a futuro.

La imagen parece estar diciéndonos que algunos son portadores de derechos, dado que son los responsables de llevar adelante el progreso del país, mientras que otros son deudores de la ayuda estatal.

En síntesis, son miradas, como siempre han existido, el riesgo es que en este caso representan la postura oficial, que como viene demostrando desde el 10 de diciembre de 2016 es estigmatizante y violenta hacia los sectores populares, quienes son retratados de la peor manera posible. La publicidad analizada es un cabal ejemplo de lo mencionado.


*    Magister en Ciencias Sociales (UBA-Undav).





























SERGIO FEINGOLD, DIRECTOR DEL PROGRAMA 

NACIONAL DE BIOTECNOLOGÍA




"No quiero que el INTA vuelva a prestar servicios con lógica empresarial"





El investigador propone un cambio de perspectiva que promueve la soberanía tecnológica, los desarrollos agroecológicos locales y la implementación de una técnica revolucionaria como la edición génica.



Por        Pablo Esteban



En la actualidad, si uno tuviera que señalar – rápidamente – cuáles son los puntos del planeta con mayor impulso biotecnológico, identificaría tres ejemplos puntuales: China con empresas gigantescas como Syngenta y Cofco, Europa con la tradicional Bayer (fortalecida a partir de la compra de Monsanto) y Estados Unidos con las emblemáticas Dow y DuPont. Este paisaje, aunque sintético, alcanza para plantear una contradicción tan histórica como insalvable: pese a que Sudamérica constituye, por sus condiciones naturales, una de las regiones geográficas privilegiadas del globo, ya que sus campos producen –aproximadamente – el 50 por ciento de los cultivos transgénicos a nivel mundial, no posee un proyecto lo suficientemente ambicioso que alcance las dimensiones de los ejemplos anteriores.

La agrobiotecnología emergió durante las décadas del ochenta y noventa en condiciones políticas desfavorables para países como Argentina y Brasil. Se trata de naciones que podrían haber liderado importantes planes biotecnológicos, pero se resignaron a ocupar zonas de confort que los ubicaron como clientes obedientes. En definitiva, no obstante sus potencialidades, jamás impulsaron desarrollos de envergadura para ser potencias. Así, el imaginario de soberanía tecnológica se reveló como un anhelo utópico, un sueño interrumpido, un viaje que no llegó a destino.

Un campo regulado por leyes de mercado y por el siempre ponderado "azar", alimentado por conductas cortoplacistas y falto de planificación, no logra exprimir al máximo todas sus virtudes. Desde aquí, Sergio Feingold señala una paradoja que alarma y que tiene sabor a historia: "Tenemos las tierras más productivas del planeta pero si las usamos como si fuéramos rentistas estropeamos nuestro mayor recurso". De hecho, el tradicional esquema agroexportador que ubica al país como granero del mundo, contribuye a fortalecer la eterna dependencia. En este sentido, "las grandes empresas buscan utilizar las tierras del país como arrendatarias, nos venden las semillas y el paquete productivo, pero luego se aprovechan de los beneficios de la comercialización", plantea. Y apunta: "En definitiva, si nosotros vamos a consumir la biotecnología extranjera y no vamos a generar nuestros propios desarrollos vamos a estar en problemas".

Sergio Feingold coordina el Programa Nacional de Biotecnología del INTA. Desde aquí, comparte la opinión de muchos referentes que se expresaron en los últimos días y manifiesta su preocupación ante una coyuntura adversa. "Si el dinero no se coloca en la investigación pública se corre el riesgo de que la historia se repita. No quiero que desde el INTA volvamos a prestar servicios con lógica empresarial". A menudo, solo se justifican las acciones a partir del lucro inmediato. Sin embargo, la ciencia no se lleva bien con los plazos cortos. "Existen proyectos que no tienen potencial de mercado, pero sí potencial de desarrollo en cuanto a lo social, lo productivo y la generación de empleo", comenta.

Sin embargo, pese al cuadro pesimista, la ciencia brinda un tiempo suplementario que abre nuevas posibilidades, incluso, en los escenarios menos iluminados. Bajo esta premisa, en el área de la agrobiotecnología, la técnica de la edición génica patea el tablero y está llamada a constituirse en una verdadera revolución. De esta manera lo comprende Sergio Feingold, quien además dirige el Laboratorio de Agrobiotecnología del INTA (Balcarce) y es especialista en la generación de organismos genéticamente modificados y el mejoramiento de cultivos. "Con este desarrollo, se genera una burbuja de oxígeno que nos permite adelantar unos casilleros". A diferencia de lo que ocurre en la transgénesis convencional, "aquí la identificación de los genes que es necesario modificar posee un valor mucho más fuerte; en efecto, el impacto de la creatividad y de la innovación es mayor", indica.

¿Qué se necesita para revertir la situación? Para empezar, se requiere de una iniciativa nacional que continúe el camino iniciado en la década anterior y apoye los desarrollos locales desde el punto de vista productivo, social y comercial. Y luego, un cambio de paradigma que contribuya a desmitificar algunas narrativas que se tejen alrededor del área porque "hoy en día una agricultura sin biotecnología es prácticamente imposible".





– ¿Y si las malezas no fueran tan malas?
– El dominio de las técnicas agrícolas significó un punto de inflexión para el "hombre primitivo" (construcción utilizada por historiadores eurocéntricos que, todavía, creen en la idea de un progreso lineal, universal y único). Hace aproximadamente nueve mil años el ser humano modificó su forma de estar en el mundo y trocó su economía de recolección y caza por una basada en la agricultura y la ganadería. Después de todo, ya no le alcanzaba con comprender el entorno en que vivía y, en efecto, decidió transformarlo.


Así fue como se modificó la homeostasis natural y el aparente equilibrio original fue colocado patas para arriba. La naturaleza se desnaturalizó y emergieron nuevas prácticas que, con el tiempo, conformaron un sistema de concepciones, valores y percepciones que otorgaron, en definitiva, un matiz distinto – y un estatus novedoso – al ser humano. La cultura fue el elemento disruptivo que alimentó la creatividad y cierta predisposición mágica para innovar en forma recurrente y virtuosa.

Según un análisis del Instituto de Economía del INTA, entre 1996 y 2010, la soja transgénica generó divisas por 65 mil millones de dólares. Sin embargo, al mismo tiempo, provocó la emergencia de malezas resistentes, un problema reconocido por gran parte de los productores. Una rueda comercial generada por las propias multinacionales que favorecen la dependencia de los productos agroquímicos que luego comercializan.

Sin embargo, algo queda claro: la biotecnología es una disciplina que no se reduce ni se agota en la generación de organismos genéticamente modificados con resistencia a herbicidas. Esa es la premisa que sostiene Feingold cuando propone una mirada sistémica que sea capaz de cuestionar el imaginario que asocia a la biotecnología con la tríada soja-glifosato-Monsanto. En este sentido, busca revertir esta percepción y aclara algunos puntos. En concreto, "en Argentina, el gran problema de la agricultura es ver cómo se manejan estas malezas resistentes. De modo que el INTA, con un nuevo enfoque, diseña estrategias que dotan a los cultivos de una capacidad diferencial para el aprovechamiento de nutrientes, en especial del fósforo", un elemento clave en la fotosíntesis. Ello promueve un cambio de paradigma porque ya no se busca combatir las malezas como si fueran vecinos invasores.

En décadas anteriores, en las universidades de agronomía, el término "umbral mínimo de daño" contaba con un aura muy estimada por todos. Ello contemplaba, con más o menos palabras, primero, el control de la cantidad de malas hierbas presentes en un área determinada del campo y, luego, implicaba el análisis para decidir si era necesaria (o no) la aplicación de un herbicida. No obstante, con la emergencia de la soja resistente al glifosato, el concepto cayó en desuso y se vació de sentido. Los actores del campo se acostumbraron a ver sus parcelas como si fueran billares y caracterizaron a las plantas silvestres como estorbos que debían ser erradicados de manera urgente.

En este marco, una estrategia que "dote al cultivo de una capacidad diferencial frente a las malezas revierte un proceso que éstas ejecutan de modo silvestre: su eficiencia para capturar agua, nutrientes e interceptar luz". ¿Por qué son tan eficientes? Básicamente, porque han tenido el tiempo suficiente para adaptarse al ambiente del que participan. "Mientras las malezas habitan su espacio hace miles de años, el ser humano intenta cultivar y cambiar ese estado de cosas en cuestión de segundos", afirma.

En efecto, como el fósforo es uno de los nutrientes más importantes que los cultivos necesitan para prosperar, es vital que la planta lo absorba de manera tal que la maleza no pueda acceder. Ello, junto a otro tipo de desarrollos, podría mejorar la producción, disminuir los costos y ocasionar un impacto ambiental muy favorable. Con la implementación de este tipo de acciones, incluso, "podría reducirse el uso del glifosato al tiempo que se podría contribuir a la disminución de gases de efecto invernadero", concluye.

En una mirada sistémica de este tipo, las herramientas biotecnológicas se pueden llevar de maravillas con la agroecología, cuyo objetivo es la sostenibilidad del sistema a largo plazo. Allí, adquiere sentido la idea de proceso y se inscriben aquellas operaciones profundas que garantizan transformaciones palpables en la medida que buscan resolver problemáticas de tipo estructural.









http://www.pagina12.com.ar/diario/principal/index.html

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