lunes, 3 de octubre de 2016

Economía de guantes blancos

lunes 03 de octubre de 2016



Economía de guantes blancos



La apuesta al blanqueo como eje del modelo. El Gobierno pone más énfasis en el plan financiero que en el programa productivo. La recuperación se demora y el empleo cae. Los límites de la deuda.
Por       Pablo Galand                                                                                       LECTORES@VEINTITRES.COM
El Gobierno promedia el segundo semestre del año y la economía sigue sin remontar. Los diferentes indicadores siguen siendo desalentadores. La actividad económica medida por el Indec mostró una caída del 5,9% en relación el mismo mes del año pasado. En términos de empleo, en el sector privado se destruyeron 90.000 puestos de trabajo en lo que va del año. Así, en agosto cayó un 0,2% con respecto a julio y un 0,7% en comparación con agosto de 2015. Inexorablemente, estos datos generan efectos sociales: el miércoles, el Indec anunció que la pobreza afecta al 32,2% de la población y que la indigencia alcanza al 6,3 por ciento.



Ante este panorama, el Gobierno se vio obligado a renunciar a un ajuste fiscal que genere mayor descontento social y ponga en riesgo un resultado positivo en las próximas elecciones. El blanqueo de capitales aparece como la otra gran apuesta para superar la actual crisis. Una solución que en realidad ayuda a resolver los problemas de los sectores de mayor poder adquisitivo, pero que no cambia en nada la situación de los más afectados por el actual modelo económico.
El proyecto del Presupuesto 2017 que presentó el equipo económico en el Congreso evidencia una rectificación con respecto a las metas fiscales. En marzo de este año, el ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay apuntó que la intención del Gobierno sería reducir el déficit al 3,3%. Sin embargo, en el proyecto del Ejecutivo el déficit previsto para el próximo año es de 4,2%. Recurrir al endeudamiento externo es la vía que transitará el equipo económico de Mauricio Macri para cubrir ese rojo, lo mismo que vino haciendo durante este año. De acuerdo a lo que indica el Presupuesto, para el año que viene se necesitará tomar deuda por U$S 35.588 millones. Según un informe del economista Martín Kalos, de la consultora EPyCA, "en lo que va de 2016 el Tesoro Nacional tomó créditos por U$S 43.552 millones". Por lo tanto, "en 2017 la deuda pública nacional superará los U$S 300.000 millones por primera vez en su historia, habiendo crecido un 35,5% en apenas dos años", indica dicho informe. 

Idea fija. El ministro Alfonso Prat-Gay impulsó cambios para ver si arranca el blanqueo. 

Luego del camino de desendeudamiento que transitó el kirchnerismo en sus doce años de gobierno, el país parece ingresar nuevamente en el riesgoso camino de endeudamiento externo y que tantos problemas le generó desde la irrupción de la dictadura militar hasta la caída de la convertibilidad. "El endeudamiento externo ciertamente puede favorecer el desarrollo nacional, cuando esos dólares se abocan a políticas que en general se asocien a (por ejemplo) la mejora de la productividad, la creación de empleos en sectores dinámicos a futuro, la construcción de la infraestructura necesaria para que las fuerzas productivas puedan operar y crecer en forma competitiva", señala Kalos. Sin embargo, advierte que "la historia nacional demuestra que lo opuesto es, en realidad, más probable y casi seguro: el uso de esos dólares para negocios privados, de amigos del poder de turno".

El economista Mario Brodersohn, ex funcionario del gobierno de Raúl Alfonsín y actual integrante de la consultora Econométrica, señala en un informe que cubrir el déficit con deuda le permitirá al Gobierno en lo inmediato "enfrentar con mayor fortaleza política los desafíos fiscales y cambiarios postergados para el 2018". De todos modos, advierte que "no podemos descartar que estimulado por ese buen resultado electoral decida postergar nuevamente esas decisiones para después de las elecciones presidenciales del 2019 financiándolas con un creciente endeudamiento externo. Si elige este camino se estaría acercando peligrosamente a una nueva frustración, tal como lo pone de manifiesto la historia económica de los últimos setenta años".
  


Walter Agosto, investigador principal del Cippec, tiene una visión similar a la de Brodersohn. "Desde el punto de vista del balance financiero, el año que viene no va a haber inconvenientes pero claramente un aumento de la deuda va a implicar que está siendo utilizada para financiar desequilibrios. Si es una transición, no deberíamos alarmarnos, pero hay que poner la atención en el problema de fondo, que es cómo se puede moderar el déficit fiscal que es bastante elevado. Los que están dispuestos a prestar, por ahora, prestan. Pero en algún momento, cuando la capacidad de repago entra en duda, dejan de prestar. Por eso hay que ser prudente en esta política", advierte.

A su vez, el economista Jorge Carrera, ex jefe de Investigaciones Económicas del Banco Central, advierte que el déficit fiscal previsto en el Presupuesto 2017 está subestimado y consiguientemente será necesario tomar más deuda de lo anunciado. "Los ingresos están sobreestimados y los gastos subestimados", afirma. "Las estimaciones del 27% para la recaudación aparecen bastante infladas. Si creyéramos las hipótesis que ellos hacen, de crecimiento del PBI del 3% y de una inflación como estima el propio Banco Central del 17%, el aumento del nivel de recaudación no supera el 21%. A su vez, el gasto está previsto en el 21%. Pero teniendo en cuenta lo presupuestado en inversión, jubilaciones y salarios, necesitan que los subsidios caigan en términos nominales un 30%, lo cual es muchísimo. Por lo tanto, es muy difícil que consigan reducir el déficit al 4,2%. Me inclino a pensar más que será del 5,1%, como posiblemente lo sea este año y como también lo fue en el último año del gobierno de Cristina Fernández", completa Carrera.

Una de las apuestas alternativas a la de tomar deuda que evalúa el Gobierno para hacer frente al déficit fiscal pasa por el blanqueo de capitales. Apenas aprobada en el Congreso, la iniciativa generó optimismo tanto en los despachos oficiales como en los mercados. Desde ambas usinas los pronósticos arrojaban operaciones que rondarían entre los 40.000 y 60.000 millones de dólares. Cifras que claramente alcanzarían para cubrir el déficit. Hasta el propio Mauricio Macri se arriesgó a anunciar en el mes de julio que si el blanqueo trepa hasta los 30.000 millones de dólares "nos retiraríamos del mercado de crédito y eso nos permitiría que todo el crédito de la Argentina vaya para el sector privado".

Rezo por vos. El ministro Jorge Triaca dijo que había que pedirle trabajo a San Cayetano.


Por el momento, la propuesta avanza más en lo político que en lo económico. El martes pasado, la Legislatura bonaerense aprobó adherirse al blanqueo impulsado por el gobierno nacional y así ya son siete los distritos que acompañaron la iniciativa. Sin embargo, entre quienes estarían dispuestos a blanquear sus cuentas en el exterior reina hasta el momento la calma, lo que vuelve cada vez más improbable llegar a las cifras estimadas. "Desde el regreso de la democracia hubo cuatro blanqueos en la Argentina y ninguno superó los 5.000 millones de dólares. Es cierto que el contexto actual, con las presiones que ejerce la OCDE, ayuda para que mucha gente aproveche la oferta que ahora hace el Gobierno. Pero no creo que supere los 20.000 millones, que comparativamente es un éxito con las experiencias anteriores pero está muy lejos de las expectativas del Gobierno", señala.

Agosto considera que "el mayor caudal de ingreso por el blanqueo se va a dar más cerca de la fecha de vencimiento, que es a fin de marzo del año que viene". El escaso interés que por el momento genera el blanqueo, para Agosto tiene que ver en parte con "la poca predisposición de los bancos, que siempre han sido remisos". "El Gobierno quiere que los bancos sean vehículos canalizadores del blanqueo. Ellos son sujetos obligados, como sucede con los contadores o los escribanos. En ocasiones anteriores sucedió que los bancos no cobraban nada por hacer estas gestiones y a la vez podían quedar involucrados en estas acciones", señala.

Con un déficit fiscal que no cesa y con mayor endeudamiento, cabe preguntarse si el escenario es el adecuado para la llegada de inversiones a la que apuesta el Gobierno para reactivar la economía. Antes que nada, Carrera cree necesario marcar una clara diferenciación cuando se habla de inversores. "Aquel netamente financiero ve bárbaro este panorama de mayor endeudamiento porque coloca bonos al 7%, que es una tasa que no se consigue en ningún otro lado y que es a lo que está tomando la Argentina. Hace lo de siempre: se queda hasta que sea el momento de salir", afirma. Pero para aquellos inversores que pueden impulsar el crecimiento productivo, el escenario sigue difuso. "Ven que este es un gobierno que habla como a ellos les gusta pero el esquema actual no es todavía el más adecuado", indica Carrera. "La rentabilidad en la Argentina no está tan garantizada, con este tipo de cambio. Creo que en 2017 van a sentarse a esperar si este esquema se consolida o queda a mitad de camino, como hasta ahora", completa.

A su vez, Marcos Leonetti, director del portal laeconomiaonline, entiende que el endeudamiento externo define el tipo de inversiones que pueden llegar. "Los mismos que prestan el dinero, luego exigen que a las empresas que vengan a instalarse en el país no se les cobren impuestos y que se les permita remitir utilidades. Con lo cual, el país termina tomando deuda que utilizan estas empresas y que termina pagando el Estado nacional. Y cuando las ganancias de estas empresas aparecen, se las llevan. Es un negocio redondo para ellos. Tienen financiamiento gratis y rentabilidad asegurada. Ahora se está haciendo toda la preparación para que se repita ese escenario", augura.

Con todo, el esquema de evitar el ajuste fiscal vía mayor endeudamiento puede llegar a darle resultado electoral al Gobierno, a costa de profundizar los problemas estructurales. "Como suele suceder cada vez que se toma deuda, el Gobierno puede construir el relato de que esta vez será diferente porque se trata de una administración promercado, que no va a malgastar el dinero que ingrese. Generará por lo tanto, al menos entre los que conserven el trabajo, una cierta percepción de bienestar. Un escenario muy similar al que vivimos en los primeros años de la convertibilidad", sostiene. Un período que todos conocemos bien cómo terminó y que será mejor que no se repita. 





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