sábado, 9 de julio de 2016

INDEPENDENCIA


sábado 09 de julio de 2016





MAURICIO MACRI INICIÓ ANOCHE LAS CONMEMORACIONES 

POR EL BICENTENARIO CON UN ESQUEMA TRADICIONALISTA


Una vuelta a la celebración del Billiken



En vez de actos populares y concentraciones masivas, el Gobierno optó por las ceremonias religiosas, los desfiles militares y los actos de autoridades. El invitado principal será el rey emérito de España y no habrá presidentes latinoamericanos.
                   El presidente Mauricio Macri dio un discurso anoche en Humahuaca,                                                     el mismo lugar donde cerró su campaña presidencial.

Por      Fernando Cibeira


El presidente Mauricio Macri dio inicio anoche a las conmemoraciones oficiales por el Bicentenario de la Independencia enmarcadas en un clima de precipitado retorno al esquema tradicional, casi escolar. Los tedeum en catedrales, los desfiles militares y los palcos de autoridades serán centrales en las celebraciones que se desarrollarán desde hoy hasta mañana, en lugar de las concentraciones multitudinarias y los recitales masivos que popularizó el kircherismo y que tuvieron su mayor expresión, justamente, durante el otro Bicentenario, el de la Revolución de Mayo. El macrismo apostó a pasteurizar y quitarle contenido político a la celebración, al punto que el principal invitado internacional será el rey emérito de España mientras que no participará ningún presidente latinoamericano, la Patria Grande que soñaron los protagonistas de la independencia.

Macri habló desde Jujuy, adonde llegó directamente en vuelo privado desde la cumbre reservada de magnates a la que asistió el jueves en Estados Unidos. Otro viaje en pos de la mentada "vuelta al mundo" de la Argentina que, de acuerdo a los hechos, por ahora no estaría dando resultados. Los tres presidentes que la Casa Rosada daba como confirmados para participar de las celebraciones – la de Chile, Michele Bachelet, el de Paraguay, Horacio Cartes y el de Italia, Sergio Mattarella – se bajaron del convite. Resultó un baldazo de agua fría para Presidencia, en donde costaba explicar las deserciones. Si se vuelve al Bicentenario, en aquella ocasión viajaron prácticamente todos los presidentes de América del Sur y se quedaron para los dos días de ceremonias y festejos.

El anciano rey Juan Carlos I, el representante de la anacrónica monarquía española con la que rompieron los congresales de Tucumán dos siglos atrás, llegó anoche al aeropuerto Matienzo y fue recibido por el gobernador Juan Manzur. Su presencia generó rechazos y marchas de repudio por parte de organizaciones de pueblos originarios, sociales y políticas. Principalmente en razón de su investidura, aunque tampoco ayuda la popularidad que el rey Borbón fue perdiendo en los últimos años desde que mandó a callar a Hugo Chávez, pasando por los escándalos de corrupción y amoríos de la familia real española y su increíble foto en pose triunfante luego de cazar un elefante en Africa.


De campaña

Macri y su aliado, el gobernador radical Gerardo Morales, se trasladaron hasta Humahuaca a las 21, donde iniciaron la vigilia con el discurso del Presidente al pie del Monumento a la Independencia. Macri destacó que se trataba del mismo lugar donde cerró su campaña presidencial y su discurso se pareció bastante a aquél.

Tratándose de una celebración patria, resultó llamativa su opción por destacar lo individual sobre lo colectivo. Por ejemplo, en su confusa explicación del "verdadero" sentido de la independencia. "Ser independiente no es sólo para el país. También es que cada uno de nosotros sea independiente" dijo. Para eso, no debe existir un Estado "que nos condicione y nos aplaste", fue su argumento.

Si bien hizo una rápida mención a que en Tucumán se había dicho "basta a España" – el sentido de la celebración –  la "independencia" de su mensaje parecía referirse más bien al gobierno que terminó en diciembre pasado. "Encontramos un país desvastado, saqueado", machacó. Lo mismo que las decisiones "duras" que estuvo obligado a tomar. "No había alternativas", siguió. Casi sin referencias a la Nación, menos al continente, terminó como en la campaña. "Es acá, es ahora", un amago de baile y saludo chocando manitas con Morales.

A las 0 hora, en un clima gélido, se entonó allí el Himno Nacional. Macri se trasladó de madrugada hacia Tucumán, donde hoy encabezará los actos centrales.


Cambiamos

La vigilia se realizó también en todas las provincias con diversos espectáculos gratuitos. En la Ciudad de Buenos Aires se levantó un gran escenario en la Plaza Vaticano, en el lateral del Teatro Colón. Curiosamente, al lugar se accedía con una invitación que se debía gestionar previamente y se colocaron vallas para que el público en general no se pudiera acercar. Desde allí, apenas si podían ver una parte de la pantalla gigante.

Con la excusa de la austeridad, la gestión macrista optó por una celebración descentralizada y tradicionalista. Sin megaeventos, ni muchedumbres, escasos de calor popular y choripán. Lo mismo en las publicidades de las convocatorias, de un optimismo light, típicos de la factoría publicitaria de Durán Barba con frases como "todo es posible" y "a no darnos por vencidos", sin referencia al pasado histórico.

"En la curiosa concepción desde la que se pensó la celebración, el evento conmemorado – la independencia – aparece apenas como una referencia difusa. (...) Por paradójico que parezca, se trata de una conmemoración que vuelve la espalda sobre el pasado que conmemora", escribió el historiador Ezequiel Adamovsky en las páginas de debate sobre el aniversario que este diario vino publicando esta semana.


A lustrar las botas

Los actos en Tucumán comenzarán a las 9.45 con el saludo de los gobernadores e invitados extranjeros al Presidente. Se espera a todos los gobernadores excepto al de Chubut, Mario Das Neves, y a la de Santa Cruz, Alicia Kirchner, quiénes anticiparon que no viajarían. Entre los extranjeros, se anunció a los vicepresidentes de Bolivia y Uruguay, al ministro de Defensa de Brasil, al presidente de la Corte Suprema de Chile y el vicecanciller de Italia.

Se izará la bandera en la Plaza Independencia y todos asistirán al solemne tedeum en la catedral provincial que presidirá el arzobispo Alfredo Zecca. A las 11.30, firmarán un acta con los gobernadores y luego habrá discurso y almuerzo, todo en la Casa Histórica. Se consolida el esquema del festejo, con las autoridades conmemorando por un lado y la gente mirando espectáculos por el otro. Una curiosa disputa entre bodegueros mendocinos y tucumanos acerca de quién proveería de bebida el almuerzo se resolvió de manera salomónica: habrá de los dos. Tal vez sirva para darle un poco de alegría a la velada.

Lo que queda luego de eso suena a otra época: dos grandes desfiles militares. El primero será inmediatamente después del almuerzo en Tucumán, sobre la avenida Mate de Luna, donde se sumarán muchas asociaciones gauchescas y entidades afines. Las conocidas "fuerzas vivas" de la sociedad criolla.

El domingo, los festejos nacionales se trasladarán a la Ciudad de Buenos Aires. Desfilarán 18 bandas militares de 11 países sobre la avenida Libertador, entre Salguero y el Campo de Polo, en Palermo. Un espectáculo que hace tiempo no se ve.















Festejos en las provincias



Los festejos por el bicentenario comenzaron ayer en la mayoría de las provincias argentinas. La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal encabezó los festejos de la "Gran Vigilia del Bicentenario" en La Plata que incluyó la reinauguración del Centro Cultural Islas Malvinas. En Córdoba, las actividades comenzaron a las 8 de la mañana, cuando Juan Schiaretti estuvo acompañado por ex mandatario José Manuel de la Sota y el intendente capitalino, Ramón Mestre. En Corrientes la celebración se inició con un desfile cívico-militar, mientras que en Catamarca hubo muestras teatrales, la presentación de ballet folklóricos y coros infanto-juveniles. El riojano Sergio Casas resaltó en su provincia "los valores e ideales del federalismo" de los héroes de la independencia.

















Desfile, baile y comida



Los festejos por el Bicentenario de la Independencia se iniciaron en la ciudad de Buenos Aires por la mañana en Plaza de Mayo. La apertura estuvo a cargo de la banda musical del Regimiento Patricios. Y a lo largo de la Avenida de Mayo también hubo desfile de colectividades, un baile del pericón y puestos de comidas de distintos países y regionales.
















OPINIÓN


Em-bajada




Por      Luis Bruschtein


Los festejos oficiales por el bicentenario de la Declaración de la Independencia son sobrios y conservadores si se los compara con los del kirchnerismo en el 2010. Dicen que es para resaltar esa diferencia con el populismo. Existe la diferencia, pero en este caso no se trata solamente de forma, sino que ésta revela la importancia que cada quien le asigna a la historia y la propia identidad. Para seguir con las comparaciones, el gobierno macrista festejó con más entusiasmo el 4 de Julio en la embajada, que el 9 de Julio en Tucumán. No es pecado asistir a las embajadas para acompañar los festejos de cada país, pero en este caso, hubo una orden a funcionarios y dirigentes de asistir y convertir este 4 de Julio en un hecho político. La asistencia fue casi perfecta, incluyendo al titular de la Corte, Ricardo Lorenzetti, el juez Claudio Bonadio y periodistas del oficialismo. El presidente quiso plantar esa imagen a pocos días de su llegada a los Estados Unidos en su hasta ahora poco fructífera gira en busca de plata.

Fuera de la embajada se estaban desplegando escenarios con mucha intervención mediática y judicial. Hubo jueces y movilizaciones que detuvieron el tarifazo del gas. Y al mismo tiempo, los medios oficialistas y otros jueces mantenían la ofensiva contra el kirchnerismo. Fueron las dos caras de la moneda: la problemática socioeconómica que han creado las medidas del gobierno y por el otro lado el ruido híperamplificado de la ofensiva contra el kirchnerismo.

Ibar Pérez Corradi dijo que Sebastián Forza le dijo que la Morsa era Aníbal Fernández. Pérez Corradi dijo que le dijeron. Encima el que se lo habría dicho está muerto y no puede declarar. Y además es un muerto al que el mismo Pérez Corradi está acusado, con muchas pruebas, de haberlo mandado asesinar. El circo que armó el gobierno con la caída del jefe de los hermanos Lanatta, condenados como autores materiales del asesinato de Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón, tuvo una cosecha magra pero mostró una negociación bizarra entre el acusado de encabezar una banda de narcos y asesinos y un gobierno empeñado en incriminar a un opositor.

El último día de junio, el juez Claudio Bonadio allanó distintas locaciones relacionadas con Cristina Kirchner, entre ellas, el estudio y el domicilio del contador de la familia. Los allanamientos fueron anticipados por un portal de noticias y cubiertos ese mismo día por un canal de cable que el día anterior había mandado a sus movileros. El único que les podía haber avisado era el mismo juez. Pocas horas después, Margarita Stolbizer amplió su denuncia usando información que estaba entre lo que se había incautado. Según la ex presidenta, el único que pudo entregarle en forma ilegal esa información era el mismo juez, conocido por su animadversión contra los Kirchner.

Cristina Kirchner hizo su descargo. Stolbizer había interpretado mal la información que le habría proporcionado Bonadio y la presidenta los denunció a ambos. El juez Julián Ercolini, que había tomado la ampliación de la denuncia hecha por Stolbizer, se lanzó a buscar también supuestas cajas de seguridad con dinero no declarado de la familia Kirchner en el Banco de Santa Cruz. Los medios oficialistas dijeron que se habían clausurado diez cajas de la familia, pero por la tarde fueron desmentidos por el juez. El tiro salió por la culata porque demostró que esas cajas no existen, que la denuncia de Stolbizer era falsa y que la ex presidenta tiene lo que declaró.

Con la poderosa colaboración de los fondos buitre, periodistas de Clarín buscaron infructuosamente cuentas de los Kirchner en el exterior. Sin embargo, la pelea entre el estudio Mozak Fonseca, de Panamá, y el fondo buitre de Paul Singer, facilitó la filtración denominada Panama Papers que mostró las empresas no declaradas en el exterior del presidente Mauricio Macri y de su ex ministro de Economía en la CABA, el actual intendente de Lanús, Néstor Grindetti. En los miles y miles de cuentas y empresas offshore que salieron a luz no apareció nada de la familia Kirchner.

La aparatosidad de las denuncias de Stolbizer, las decisiones sobreactuadas de Bonadío y sus mediáticos operativos dieron la impresión de que se estaba produciendo un gran avance en la investigación. Pero los resultados reales fue que hasta ahora no consiguieron nada. Lo demás son presunciones y prejuicios. En concreto fue mucho ruido y pocas nueces. Igual que la denuncia de Pérez Corradi. Sólo es lo que se dijo que iba a decir y lo que se dijo que se buscaba. Pero hasta ahora dijo muy poco y Bonadio y Ercolini no encontraron nada.

Más allá de la acusación de Cristina Kirchner sobre la asociación entre el juez Bonadio y la diputada Stolbizer, lo cierto es que se produjo un acercamiento insólito entre dos personas tan diferentes, a partir de la persecución judicial contra la figura de mayor peso en la oposición al macrismo, la que, además, constituye el principal obstáculo para el crecimiento de Sergio Massa en su ambición de suceder a Mauricio Macri.

Claudio Bonadio fue colaborador de Carlos Corach en el gobierno menemista y por esa afinidad fue designado en el juzgado federal número 11, aunque no provenía del sistema judicial. En 1996 fue denunciado por Domingo Cavallo, como uno de los jueces de la servilleta menemista. Fue apartado de la causa de encubrimiento del atentado a la AMIA porque la durmió varios años. Tuvo otras intervenciones muy polémicas como en el proceso de privatización de Tandanor y fue acusado por la Oficina Anticorrupción por sobreseer a varios funcionarios menemistas acusados de corrupción, como el ex titular del PAMI, Víctor Alderete.

Bonadio es el juez que acumuló más denuncias en el Consejo de la Magistratura y hasta hace poco no era bien visto por sus colegas. Desde que comenzó a armar causas contra Cristina Kirchner se fue convirtiendo en un héroe del macrismo. Por lo menos eso es lo que trataron de mostrar algunos comentarios originados en el viejo menemismo residual. Según esa versión, Bonadio fue aplaudido el 4 de Julio cuando ingresó a la embajada norteamericana "y todo el mundo se quería sacar fotos con él como si fuera un rockstar".

La asociación entre uno de los jueces menemistas con antecedentes más turbios y una política que compite con Elisa Carrió en el campo de las denuncias judiciales contra el kirchnerismo tiene ese punto de contacto. Stolbizer presentó la denuncia de Hotesur y la tomó Bonadio. Cuando este juez fue apartado de la causa porque no respetó los derechos de la defensa, la única que salió en su respaldo fue Stolbizer. Y cuando Bonadio armó la causa Los Sauces como excusa para seguir su ofensiva contra la ex presidente, volvió a encontrarse con Stolbizer en ese trámite. Forman así una dupla en la que ambos obtienen ganancia.

El afán judicial de la diputada Stolbizer tiene que ver más con sus preocupaciones electorales. La repercusión que está logrando con su campaña denuncista alertó a su competidora Elisa Carrió, que inmediatamente sacó de la manga una explosiva denuncia contra el jefe de la bonaerense, Pablo Bressi, por mantener vínculos con el narcotráfico, y poco después denunció que había sido amenazada.

La seriedad de las denuncias se pone en entredicho cuando se mezclan con procesos electorales. En círculos políticos ya se habla que Elisa Carrió será candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires por el oficialismo y Stolbizer por el massismo. La alianza de Stolbizer con el zar del Tigre es pública, no es una novedad. El problema para Sergio Massa es que mientras se mantenga la influencia de Cristina Kirchner sobre las bases del peronismo bonaerense, disminuyen sus probabilidades de ganarle a Cambiemos. Sectores del PJ dicen lo mismo desde el otro lado y tratan de sacarse de encima el liderazgo de Cristina para acercarse al massismo, con la incierta esperanza de que un acuerdo de dirigentes unifique la expresión política de las bases.

En ese punto hay una puja en el peronismo que tiene a Cristina Kirchner como protagonista principal. Si se ubica en la oposición abierta como plantea el kirchnerismo o si se instala como una especie de amigo del establishment pero con un control de masas y manejo político que no tiene Cambiemos. En esa disyuntiva hay cuestiones de convicción, pero además, el futuro de las dos opciones dependerá del futuro de la gestión macrista. Si el kirchnerismo se suma al massismo estaría muy cerca de perder identidad. Y en sentido contrario, el massismo sería subsumido por el kirchnerismo. Con Stolbizer y su extraña dupla con el menemista Bonadio, Sergio Massa busca destruir la imagen de Cristina Kirchner y sumar a una clase media antiperonista a su candidatura. Pero el sector social donde tiene más peso la ex presidenta es el menos afectado por las campañas mediáticas y judiciales y el más enojado con las medidas del gobierno macrista. Si a mediano plazo, las capas medias transmiten a la política su malestar por la economía, el peronismo kirchnerista con sus aliados no peronistas saldrá fortalecido y construirá desde allí la unidad mayoritaria del peronismo, dejando por fuera a sectores reducidos. Pero mucho depende de lo que haga o pueda hacer la ex presidenta.


















LA CELEBRACIÓN EN EL TEATRO COLÓN DEJÓ AFUERA 

A CIENTOS DE PERSONAS


Entre vallas y con pulserita



Los festejos por el Bicentenario organizados por el gobierno porteño se promocionaron como un show libre y gratuito, pero había que sacar entrada. A la vuelta del teatro se realizó un nuevo escrache a Lopérfido.
         En el escenario estuvieron David Lebon y, más tarde, Les Luthiers.

Por      Ailín Bullentini


Susana se bañó, se perfumó y maquilló pasadas las 19. Se abrigó, porque "aunque no hace el frío terrible de días atrás, está fresco", se calzó los anteojos y salió de su departamento, en Pueyrredón y Paraguay, pasadas las 19.30. Norma, su "amiga de toda la vida", la pasaba a buscar con el taxi – "no quería hacerle correr el reloj, que sale caro" – rumbo al Teatro Colón. Estaban entusiasmadas: esperaban "ver el ballet, escuchar a las orquestas y celebrar el bicentenario patrio". Pero al llegar, se desilusionó. "Oia, ¿y esto, Norma?", le consultó Susana a su amiga, entre incrédula y desmoralizada. Más temprano había estado "atenta" mirando la tele "con los preparativos" de los festejos y "no había ninguna valla, el escenario se veía hermoso". "Ahora no veo nada, Norma", se quejó, finalmente, justo cuando David Lebon empezaba a cantar "Mundo agradable".

El escenario de "La Noche de los 200 años", una de las celebraciones con la que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires festejó el Bicentenario del Día de la Independencia estaba ubicado en la Plaza Estado del Vaticano, sobre Viamonte y de espaldas al Teatro Colón. Miraba a tres tribunas y cientos de bucatas, extendidas sobre la mitad de la plaza seca que inaguró Mauricio Macri cuando aún era jefe de Gobierno porteño en 2012. El espacio en donde sucedería el festejo estaba cercado con una valla de reja blanca y un cartel gigante le advertía al público que iba llegando, entrada la noche de ayer, que la capacidad para observarlo desde los asientos era "limitada".

"Qué sé yo cómo es esto, ¿por dónde se entra?", se preguntó Luciano cuando llegó hasta la valla y se chocó contra el cartel. Fue uno de los tantos que se acercó hasta el entorno del Teatro Colón porque "habían dicho que el show era gratuito". "Me gusta mucho Lebon y los Les Luthiers – que cerraron la noche –. Dijeron 'gratuito' y 'plaza' y yo me imaginé algo abierto", explicó su sorpresa. "Se entra por allá", le indicó hacia la calle Libertad una señora que andaba en busca de la misma información que él.

María, la señora, sus hijas y Luciano emprendieron el camino hacia esa entrada. No tuvieron éxito. "A ver si la entienden: el que tiene pulserita, va a entrar. El que no, no. Así que los que no la tienen, córranse", gritó un empleado de seguridad a cargo de "ordenar" la entrada al show gratuito por la calle Libertad.



–¿Dónde se consiguen las pulseras?
–Yo soy familiar de uno de los artistas, me parece que las dieron a los familiares y amigos nomás – sospechó Lucía, prima de una bailarina que participaría de la celebración.



–¿Nadie más puede entrar?
–Me dijeron que repartieron a centros de jubilados y que si venía a la tarde, me daban una. No avisaron que había que retirarlas previamente – se descargó Florencia, una de las corridas por el empleado de seguridad–. Me dijeron que lo mirara por la pantalla.


La fachada del Colón que mira a la calle Libertad fue cubierta por una pantalla gigante en la que se proyectó todo el recital, que tampoco pudo ser disfrutada por el público que quedó en el espacio de la Plaza Estado del Vaticano libre de vallado. Cubiertos con ponchos celestes y blancos o bufandas con el logo de 200 años de independencia y también con una leyenda referida a la jura de la bandera, algunos armados con sillas de playa, otros con mate "calentito", sonrieron y sacaron fotos a la parte que veían de la pantalla. Porque también fue encerrada entre maderones negros lo suficientemente altos como para que David Lebón, mientras pedía "tiempos de paz, porque de lo otro ya hubo suficiente", se viera por la mitad desde la calle.

"Hay lugares libres", le decía Humberto a su amigo Jorge, mirando las tribunas. El público que llenaba la tercera parte de ellas saludaba a Lebón haciendo la ola; las maderas negras que cercaban la pantalla los duplicaban en altura. "Yo no entiendo, y ahora ¿qué hacemos?", le preguntó. "Escuchemos", respondió, justo cuando Lebon terminaba de cantar "Nos veremos otra vez".

Sin vallas, a la vuelta del Colón, un grupo de personas disfrazadas con máscaras, munidas de carteles que advertían que "el silencio es complicidad" y volantes que señalaban a Darío Lopérfido como "persona no grata para la cultura", cantaban para que renuncie a la dirección del teatro, como lo hizo el miércoles al Ministerio de Cultura: "Borombombom, ahora falta que te vayas del Colón". Cerca de ellos, José y Bruno se enojaban con los transeúntes que no paraban de circular en torno de la celebración bicentenaria. "Ey, ustedes, que se dejan usar por este gobierno, ¿no les llegó la factura de la luz, la del gas?", les preguntaban, sin respuesta. Ambos les explicaban que eran manteros y que el Gobierno porteño les había robado su mercadería días atrás, y los volvían a interpelar: "¿No se cansan de que los usen para ponerse en contra de otro argentino? Antipobres".


















EL ENCUENTRO ENTRE DIEGO ARMANDO MARADONA Y 

HEBE DE BONAFINI


"Estoy viendo que mi país está de rodillas"



El ídolo y la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo se juntaron en un programa radial de Guillermo Moreno. Hablaron del gobierno, de CFK, de Fidel y Chávez. Maradona prometió organizar un partido a beneficio de las Madres.          
Por      Nora Veiras


Diego Maradona aparece y el tumulto surge a su alrededor. Hebe de Bonafini suma pasión. Los dos del brazo entran al estudio de radio donde Guillermo Moreno los invitó a hablar "hasta que se acaben los temas". Empieza a sonar La Mano de Dios mientras el 10 no se cansa de firmar remeras, autógrafos, posar para las fotos. El estudio es chico pero parece elástico. Se hace el silencio y el borbotón de titulares es incontenible. "Estoy viendo que mi país está de rodillas. Me gustaría debatir el porqué de tanta injusticia en tan poco tiempo", dice Maradona y Hebe suma: "Ahora están estos chicos del pregón que en el subte le cuentan a la gente lo que pasa, le hablan de los despidos, del hambre. Sin ser agresivos, rompen el cerco mediático". Los tres coinciden en que "quieren meter presa" a la ex Presidenta. "El gran error de Cristina es haber hecho las cosas muy bien en este país", remarca Maradona y promete hacer un partido en beneficio de las Madres: "como estoy ahora, así...te juego ochenta minutos", desafía sin pudor.

"Estuvo con el Papa y ahora va a ver a Dios", anticipaba Alejandro "Oveja" López, inseparable colaborador de Hebe. El ex secretario de Comercio estaba en todos los detalles porque "es la primera vez que el Diego y la Hebe, dos de nuestros orgullos, van a estar juntos en un programa de radio". Apenas se sentó en el estudio de la radio on line Conexión Abierta para hablar en La Hora de Moreno empezaron los pedidos de selfies y autógrafos. Diego no se acuerda cuando estampó su firma por primera vez, hace casi veinte años que dejó de jugar pero su popularidad sigue impregnando el planeta.

– Me quiero ir de vacaciones a un lugar donde no haya fútbol – dice al pasar, redondeando quizás la máxima paradoja de la fama. "Si no, en vez de vacaciones sos un chimpancé", completa antes de empezar con la entrevista formal.


Hebe invitó a Página/12 y Moreno a Daniel Tognetti, de Radio del Plata a compartir el momento. "¡Qué amplio que estoy!" desliza Moreno,que resalta rodo el tiempo su convicción peronista.

"Que no digan que vinimos por los sanguchitos", ironiza Hebe apenas entran con bandejas. Crónica TV daría testimonio al final de las largas dos horas de charla: "Nadie comió los sanguchitos de Moreno", fue una de sus placas rojas.

Marta Cascales, la esposa de Moreno, se sumó a la mesa que compartían también Sebastián Ferreyra, uno de los dueños de Radio del Plata, y Adriana Ghitia.

"Tenemos que luchar contra muchas cosas que han cambiado. Esta gente se llevó por delante muchas cosas que construyeron Néstor y Cristina. Miro televisión y me da hasta vergüenza ajena ver cómo se habla de todos los defectos de Cristina y Néstor. Me da asco. Estoy esperando escuchar a Víctor Hugo, a (Roberto) Navarro porque dicen lo que veo en la calle. Desde Dubai me preguntaba: "¿Será verdad que la gente no puede llegar a fin de mes? ¿Que las facturas de luz o gas pasaron de 300 pesos a 5 mil? ¿Cómo hacen para vivir? ¿Para llenar la olla?", se explaya Maradona y repite: "Resulta que ahora nadie votó a Macri. Dejémonos de joder. Busquémosle la vuelta. Estamos arrodillados". De paso, aprovecha para aclarar que "no voy a ir a declarar aunque me quieran arrastrar con la policía".

Moreno aprovecha la crítica mediática para distanciarse también de la cobertura del periodista Navarro sobre la pobreza. Se queja que dé por cierto los datos de la Universidad Católica Argentina que dejaron en un 22 o 23 por ciento la cantidad de pobres en la Argentina al término del gobierno kirchnerista y propone un debate con economistas de distintas tendencias para hablar en serio.

– El error nuestro es pensar que C5N está de nuestro lado. Un poquito y un poquito. No está de nuestro lado todo el tiempo. Hagamos como en Italia: apaguemos la tele y vayamos a la manifestación – agrega Hebe.

– Conservemos ese poquito. 'Navarrito, yo te lo calmo a Moreno' – tercia Maradona mirando a cámara y provocando la risa general.


De Fidel a CFK

Suena otra vez el "Marado/Maradooo" de la canción de Rodrigo y Diego recuerda cuando el cantante cordobés fue a verlo a Cuba para que conociera el tema que le había dedicado. "Era un tipo genial, estuvimos horas... pero me impresionó porque todo el tiempo hablaba de la muerte. Fue una pérdida increíble: le daba alegría al pueblo" dice y cuenta que el cantante cordobés le había dicho que volvía a Buenos Aires para hacer dos recitales más y después pensaba irse a vivir a su casa en La Habana. Después del primer show lo llamó y al regresar del segundo "se mató en la autopista volviendo de La Plata".

Los personajes populares de la Argentina y el mundo se suceden en la charla. Diego comenta con el desparpajo intacto a sus 55 años que mientras "Macri no sabe leer, Cristina tiene un fascino que te daba gusto escucharla. Como te da gusto escuchar a Fidel o te daba gusto escuchar a Chávez".

– Me comí ocho horas con Chávez ¡sin ir al baño! Tenía un magnetismo increíble. Con Fidel estuve cinco horas hasta que él me dijo: 'Paremos así vas al baño'.

– Cuando atacaron y torturaron a mi hija, Fidel me llamó a mi casa y me ofreció que viajara a Cuba. Ellos la curaron de los ataques de pánico que tenía – abunda Hebe.

– ¿A Cristina Kirchner la ponés al mismo nivel? – le pregunta Tognetti a Maradona.

– Sííí. A Fidel, Chávez y Cristina no me canso de escucharlos. Dicen las cosas que saben y que el pueblo sabe que están pasando. El gran error de Cristina es haber hecho las cosas muy bien en este país.

– Hay que cuidarla pero que no se salga. Está mal ese cantito de 'si la tocan a Cristina va a haber quilombo'. Hay que hacer quilombo antes de que la toquen"– agrega Hebe.

– El peronismo maradoniano está despierto, no duerme. ¡Ojo! que no se crean que estamos dormidos. Está más vivo que nunca. Antes o durante no vamos a dejar que se lleven puesta a CFK. Algunos creen que porque salí de Villa Fiorito no puedo hablar de política. La quieren meter presa a la mujer que nos marcó el camino. No soy político pero sí estoy con la gente que lucha – sigue Maradona.

– ¿Pensás en ser candidato? – le preguntan.

– No, no. Yo estoy involucrado con el peronismo, Estoy a disposición. Soy un soldado peronista. Me da mucha bronca que los ricos sean cada vez más ricos con este Gobierno y los pobres cada vez más pobres.

Hebe y Maradona se conocieron en Mar del Plata en el 2005 cuando la troica de Chávez, Kirchner y Lula hizo posible el fracaso del Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA). Se volvieron a encontrar en el 2011 cuando Hebe fue a su casa para hacerle una entrevista y ahora se reencontraron conmovidos todavía por sus charlas con el Papa (ver aparte). Como anfitriones en el Vaticano, Moreno y su esposa mediaron esos encuentros que tanto siguen irritando a los voceros de la derecha vernácula.


"El Cartonero" Presidente

La desafiante relación entre el astro del fútbol y el entonces presidente de Boca tiene su historia. Moreno le pide a Diego que detalle de dónde viene eso "del cartonero Báez" y el 10 se regodea en el recuerdo:

"Estaba de vacaciones en Punta del Este, venía de la selección y me llaman los muchachos para pedirme que volviera a Buenos Aires porque había quilombo con los premios. 'Arréglenlo con el presidente nuevo', les dije. Pero, resulta que Mauricio era el dueño de Sevel y se creía que éramos operarios...me tomo un avión y me vengo con los muchachos. Entramos a una habitación, estaba (Carlos) Navarro Montoya, (Claudio) Caniggia. Nos saludamos y dice: 'Bueno muchachos, acá no van a cobrar más premios'. 'Me equivoqué de habitación', dije y le dije: 'Vos no podes venir a cambiar el fútbol. Nacía jugando y vos recién llegás'. Nos fuimos y al salir le dije a los periodistas: 'Yo con esta clase de gente no hablo. Me preguntaron si habíamos arreglado y les dije que 'con el cartonero Báez' no se puede arreglar nada'.




– ¿Volviste a hablar con Macri desde que es presidente de la Argentina? – le pregunta Página/12

– Nooo. Gracias a Dios no.


La charla va y viene entre el fútbol y la política. Todo fluye entre dos personajes acostumbrados a meter goles apenas abren la boca. Moreno insiste con la necesidad de unidad del peronismo "para derrocar a la oligarquía que llegó para sacarle la comida de la boca al pueblo".

– Tenemos algunos gobernadores del PJ que son oligarcas – provoca Hebe

– No está muy errada – azuza Maradona

– Lo voy a defender a (Juan Manuel) Urtubey – dice Moreno.

– Urtubey, de vos no estamos hablando – tercia Diego mirando a la cámara de Crónica TV y relajando la tensión.

– En el 2017 si el PJ entiende y no se deja bardear por este Presidente, creo que ganamos. La gente está cansada, pasaron siete meses pero parecen tres años. Son siete meses nefastos, terribles. También el PJ tiene que salir a jugar, si nos dividimos le damos de comer a los de afuera – especula Maradona mientras la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo aboga por un mayor protagonismo de la ex Presidente porque "cuando ella habla, cambia la agenda, todos corren porque no saben para qué lado agarrar".

"Venimos mañana a la misma hora" –  propone Maradona. Ninguno se quiere ir. Los sanguchitos siguen intactos. Todos agradecen el cara a cara de una catarsis que – sabían – replicaría en muchos, muchísimos. "Nos encontramos para taparles la boca a todos y para que todos nos tengan en la boca", había prometido Hebe. Maradona se fue complacido: "Esta noche no tomo pastillas para dormir".

















Una amenaza de renuncia por la AFA



Por      Nora Veiras


El caos de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) apareció como la primera preocupación de los cronistas que avasallaban a Diego Maradona. "Por ahí mañana (por hoy) lo llamo a (Gianni) Infantino y le digo que renuncio", lanzó a sabiendas de la repercusión de sus especulaciones. Maradona llegó a Buenos Aires como un representante del titular de la FIFA para interceder en la virtual acefalía de la AFA. "Si siguen los mismos que con (Julio) Grondona, es el mismo choreo de siempre. Se tiene que hacer una auditoría para ver dónde está la plata. No se puede hacer borrón y cuenta nueva", repite.

Los enojos y las reconciliaciones signan la vida del astro del fútbol mundial. Anteayer, el abrazo con Carlos Bilardo, el director técnico con el que salió campeón del mundo en 1986 conmovió a muchos:

– ¿Hiciste las paces con Bilardo? – le preguntan.

– Sí. Está grande. También él tenía que disfrutar  –concedió al explicar el encuentro en el festejo con él y sus compañeros por los treinta años de aquel campeonato en que convirtió el gol de "la Mano de Dios" y las gambetas que siguen fascinando y conmoviendo al mundo.

Maradona se despachó contra la corrupción en la FIFA hasta que fue desplazado Joseph Blatter. "Julio Grondona le enseñó a afanar a Blatter. Le enseñó a comprar votos, le enseñó a chorear. Ustedes saben que Blatter se choreó casi 80 millones de euros. ¿Ustedes creen que Grondona se lo va a dejar hacer solo ¡El tenía más de 80 palos en los bancos del mundo! Lo juro por mis hijas", subraya Maradona dibujando sobre sus labios la señal de la cruz.

Entre los muchos ejemplos que pone sobre la estafa del fútbol mundial relata que los futbolistas africanos como "Eto'ó y Drogba me cuentan que la FIFA no hizo ni una cancha. No pusieron ni dos arcos. Se robaron todo y no hicieron nada de lo que habían prometido". Maradona rememora que lo trataban de loco cuando denunciaba los negociados que ahora conmueven al fútbol mundial.


Maradona dice todo con intensidad. No hay medias tintas ni libretos. Todo es auténtico, Cuando habla de las drogas, esa frontalidad eriza la piel.
















"Hace trece años dejé las drogas"


– A mí durante mucho tiempo me trataron de loco porque tuve una enfermedad. Hace trece años me curé de mi adicción a la cocaína. Estoy orgullosísimo. a muchos médicos les conviene tener a un tipo que se siga drogando apra sacarles plata. A mí un tal Kalina me cobraba 150 dólares cada vez que lo veía ¿Cómo hace un pbore pibito que puede pagar? que no tiene para comer.

– ¿Qué fue lo que te permitió dejar la drogas finalmente? – le pregunta Página/12

– Dalma me contó que Gianinna, que era muy chiquita cuando yo estuve en coma, agarraba las sábanas y decía: 'viví papá para mí'. Dalma me contó eso y me salvó la vida, Quise vivir para Gianinna –  cuenta Maradona y las palabras se le traban mientras los ojos se le llenan de lágrimas en el cruce de miradas con Hebe.
– El problema de la droga no se acabó conmigo. Soy el estandarte para decirle a los chicos que se puede salir – remarca el hombre que el 25 de octubre de 1997 jugó su último partido en el fútbol profesional y sigue siendo un imán mucho más allá de las canchas.
















"Francisquito tiene que venir"


Hebe de Bonafini y Diego Maradona son, sin duda, dos de los argentinos más famosos en el mundo. Dos transgresores que irritan hasta la sinrazón a quienes desafían con sus provocaciones. El encuentro de ellos con el papa Francisco sigue dando que hablar.
"El otro papa (Juan Pablo II) me hizo besarle el anillo. Me dio un crucifijo medio trucho. Este, en cambio, 'Francisquito' – como yo le digo – me dio un abrazo, no me puso el anillo para que se lo besara. Me hizo acordar al abrazo con mi viejo. Yo no soy muy de la Iglesia, pero Francisquito está jugando muy bien", cuenta Maradona.
El anfitrión de la charla en la radio con Hebe de Bonafini, Guillermo Moreno, le cuenta entonces a Maradona que la camiseta de la Selección Nacional que le autografió al Papa con su firma y la leyenda "Para Francisquito" está en una vitrina del Museo del Vaticano.
Hebe, reacia a la Iglesia, también confesó su seducción por el Papa argentino. "No me parecía que estaba con un hombre tan poderoso. No te lo hace sentir. Le pedí disculpas por algunas cosas en las que me había equivocado. Le pedí que venga a la Argentina, que se lo necesita. Vos pedile también que venga", le insistió Hebe a Maradona a sabiendas que en un par de meses el Diez piensa reencontrarse con Francisco en el Vaticano.
– Quedate tranquila que yo voy a meter mi centro atrás para que Francisquito la meta adentro –recogió la pelota Diego mientras todos disfrutaban de la salida.















EL FORO UNIVERSITARIO POR EL BICENTENARIO DE 

LA INDEPENDENCIA NACIONAL


"Un momento de retroceso de derechos"



Raúl Zaffaroni, Horacio Verbitsky, Marisa Herrera y Ernesto Calvo cerraron el ciclo de charlas que compartieron docentes, investigadores y estudiantes. Advirtieron sobre la vuelta al neoliberalismo de la mano de Mauricio Macri.
 
                            Herrera, Calvo, Filmus, Verbitsky y Zaffaroni en el cierre del                                Foro Universitario por el Bicentenario.


El debate de ideas estuvo ausente en la agenda de la celebración oficial por los 200 años de la Declaración de la Independencia y la comunidad universitaria decidió ocupar ese lugar. El Foro Universitario por el Bicentenario de la Independencia Nacional cerró el viernes, en la sede de Constitución de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, el ciclo de charlas que compartieron docentes, investigadores y estudiantes de treinta centros de estudios de todo el país para discutir los avances y retrocesos en materia de derechos, soberanía y autodeterminación nacional a lo largo de dos siglos. El broche, centrado en un balance de la gestión kirchnerista y en el retroceso al neoliberalismo de la mano del gobierno actual, lo pusieron el juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Raúl Zaffaroni; la investigadora del Conicet Marisa Herrera; el titular del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Horacio Verbitsky; y el politólogo Ernesto Calvo. "Llevamos 200 años peleando contra el colonialismo. Hoy la pelea es contra una fase avanzada de ocupación neocolonial representada por los CEO de corporaciones transnacionales sentados en nuestros ministerios, comandados por un virrey que ganó por un puñado de votos y sin embargo manipula los tres poderes del Estado", reflexionó Zaffaroni, antes de advertir sobre la necesidad de crear "una nueva institucionalidad" consagrada "en una nueva Constitución", que exprese "un modelo de Estado de resistencia al colonialismo".
"Una constitución que exprese una idea fuerza de Estado para la liberación fue la gran deuda pendiente de estos años de recuperación de derechos", sintetizó el ex juez de la Corte, quien basó su exposición alrededor de esa idea. "Los únicos gobiernos populares que se mantienen en la región, Bolivia, Ecuador y Venezuela, son aquellos que asentaron los derechos conquistados en una Constitución", dijo, y agregó que esa es la única forma de "no caerse a partir del menor ventarrón". Son las fragilidades del sistema institucional heredadas por los gobiernos populares, aseguró, los que permitieron el retorno de gobiernos de derecha, y puso como ejemplo el golpe contra Dilma en Brasil. "Si hubiese ganado Scioli nos habría pasado lo mismo, la derecha hubiera tucumanizado el país", ejemplificó en base a las elecciones a nivel provincial que Cambiemos intentó impugnar y a partir de la cual instaló la idea de fraude durante la campaña presidencial del año pasado.
"El subdesarrollo es lo contrario de la independencia, es un producto del colonialismo y genera, en toda América Latina, un genocidio por goteo, basado en la desigualdad y las muertes por homicidio", encuadró Zaffaroni para aclarar luego que "derechos sociales e individuales son la misma cosa, es imposible uno sin el otro".
El titular del CELS, Horacio Verbistky, hizo hincapié en un eje similar: la irreversibilidad o no de los derechos conquistados durante la última década. "Voy a decir dos cosas, que pueden resultar contradictorias pero que no lo son", introdujo. "Lo primero es que nada es irreversible. Todo lo podemos perder. Y eso es lo que estamos viendo en un país cuyo gobierno ganó por apenas un 2 por ciento y actúa como si tuviera el mandato de arrasar con temeridad sobre los derechos del pueblo", dijo, y puso como ejemplo los programas estatales desarticulados a partir de los despidos masivos, en especial en los programas Verdad y Justicia de la Secretaría de Derechos Humanos y en las comisiones del Banco Central y la CNV dedicadas a investigar los delitos económicos durante la última dictadura.
"Precisamente por más que desarticulen esos programas, hay logros y conquistas que no se pueden volver atrás, y es el caso de los juicios de lesa humanidad, que sin dudas este gobierno tiene la intención de frenar, pero no puede", aseguró. El caso paradigmático, dijo, fue la renuncia de Darío Lopérfido, "ese facho de colección", al ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. "Es la prueba de que hay una minoría intensa contra la que no pueden", sostuvo.
"Todos los avances de estos años se dieron por la articulación entre minorías intensas y el sistema político. Mantener esa unidad es una de las claves para resistir los avances", fue una de las conclusiones que más celebró el público, que rió cuando el columnista de Página/12 dijo que "fue un pensamiento casi inteligente del Presidente haber dicho que lo iban a tildar de loco si confesaba su plan de gobierno".
Sobre el final de su exposición, Verbitsky disparó contra "la más grave regresión de estos tiempos: la reaparición de la Iglesia Católica Apostólica Romana al centro de la escena política argentina" a partir del papado de Bergoglio, "quien tiene la habilidad política de hacer bailar a los dirigentes el baile que él quiere"; y recordó que la Iglesia "es el principal opositor al derecho al aborto legal".
La charla fue en el aula 300 de la sede que Sociales tiene en Constitución, que desbordaba. "Como pasó el 25 de mayo, el sábado vamos a tener mucho desfile militar pero poco debate, por eso estamos acá, para debatir sobre lo que nos pasó y los que nos pasa, y es la universidad el ámbito para darlo", dijo Daniel Filmus, quien se encargó de coordinar las exposiciones y pasarle la palabra a Ernesto Calvo primero y a Marisa Herrera después.
"Esta época la vamos a recordar como un momento de retroceso de derechos", dijo Calvo, quien repasó las conquistas sociales desde la vuelta de la democracia. Herrera hizo un pormenorizado repaso por el nuevo Código Civil, en cuya elaboración participó, y llamó a la comunidad científica a "redoblar los esfuerzos para que la ciencia continúe haciendo aportes a la emancipación".
Informe: Matías Ferrari.















Sobre la deuda y la dominación


Uno de los temas de debate en la jornada de cierre del Foro Universitario por el Bicentenario de la Independencia fue la deuda externa. El diputado nacional Axel Kicillof fue el encargado de cerrar la charla de economistas que abordó "la historia y las encrucijadas" presentes alrededor del problema. "Nunca la deuda externa tomada irresponsablemente con acreedores privados, como lo está haciendo este gobierno, tuvo que ver con el desarrollo y el bienestar de los pueblos", dijo el ex ministro de Economía de la administración kirchnerista, quien compartió panel con los economistas Arnaldo Bocco y Pablo Chena y los sociólogos Alexandre Roig y Martín Schorr.
"La deuda externa como forma de dominación política vacía de contenido a la propia democracia porque no deja a un Estado hacer política interna", sostuvo Kicillof. "La independencia no sólo implica no tener un virrey, sino que el Gobierno de turno no dependa del Fondo Monetario InternacionaI para conseguir un crédito y pagar sus cuentas", agregó.
Kicillof situó al mercado financiero como el principal freno del desarrollo con inclusión, en contrapartida con los postulados liberales. "El mercado financiero se consolidó históricamente subyugando a los Estados nacionales y la nueva etapa son los fondos buitres", sentenció. "En el Bicentenario de la Independencia es necesario retomar el debate sobre los dos modelos de país que están en juego, y la deuda externa fue siempre un elemento central en el modelo neoliberal de reprimarización que empequeñece al Estado y excluye al pueblo", apuntó el diputado del Frente para la Victoria.


















EL DEBATE DE LA INDEPENDENCIA


Independencia y soberanía popular



"Desde el siglo XIX, el mito de origen argentino está asociado con dos conceptos muy fuertes: revolución e independencia. Por supuesto, la noción de qué significa la independencia fue cambiando a lo largo del tiempo y de acuerdo a quien la mirara", sostiene Di Meglio. Con esta entrega, concluye la serie sobre el Bicentenario de la Independencia coordinada por Sergio Wischñevsky.


Por      Gabriel Di Meglio    *


Las crisis son tan difíciles de vivir como interesantes para estudiar retrospectivamente. Al igual que la de 2001, 1989 o 1930, por nombrar algunas destacadas, la crisis de 1815-1816 tuvo grandes proporciones y fuertes consecuencias. Una fue la declaración de la independencia de un nuevo Estado: las Provincias Unidas en Sudamérica.
La "foto" feliz del 9 de julio no puede separarse de su contexto, marcado en 1816 por perspectivas dramáticas para los revolucionarios. Las monarquías absolutistas que vencieron a Napoleón en Europa proclamaban que el mundo debía volver a 1789, antes de la Revolución Francesa, y condenaban las repúblicas y las revoluciones. Los realistas triunfaron sobre casi todos los espacios insurgentes en Nueva España (México), Nueva Granada (Colombia), Venezuela y Chile. Solo quedaban en pie los territorios rioplatenses, pero su economía estaba arruinada por seis años de guerra y la ruptura de los circuitos comerciales. A la vez, estaban divididos entre sí. La Liga de los Pueblos Libres encabezada por Artigas proponía una organización confederal, mientras que las Provincias Unidas dirigidas por Buenos Aires eran centralistas. Aún más: dentro de las Provincias Unidas había divisiones, ya que Salta y Córdoba habían dejado de obedecer a Buenos Aires y solo aceptaban subordinarse al Congreso que debía reunirse en Tucumán. Finalmente, en todas las provincias había grupos que rivalizaban con quienes gobernaban cada una de ellas.
El Congreso se planteó como un modo de salir de la crisis. Si bien no logró – hubo gestiones fallidas –  que los territorios artiguistas aceptasen participar en él, por su desconfianza hacia la política de Buenos Aires, sí pudo intentar una reorganización de las Provincias Unidas. Para ello se planteó cinco objetivos.
Uno fundamental fue declarar la independencia, decisión que para ese entonces ya casi nadie discutía entre los rioplatenses. No había sido ese el plan de los revolucionarios de 1810, que en un primer momento propusieron un proyecto autonomista: no depender más de España, elegir a sus propias autoridades y manejar su propia economía. Es decir, dejar de ser una colonia. Pero eso no era incompatible con mantenerse fieles al rey español. Imaginaban una monarquía federal en la cual cada territorio sería igual al otro, sin dependencias y con el rey como símbolo de unión (algo parecido a lo que más tarde fue la Commonwealth británica). De todos modos, enseguida surgió otro proyecto entre los revolucionarios, desde que Mariano Moreno planteara que el rey no tenía derechos sobre América porque la conquista se hizo por la fuerza y los americanos no consintieron ser parte de la monarquía hispana.
A partir de 1810 las posturas autonomistas e independentistas convivieron tensamente en el bando revolucionario (un ejemplo de ello fue la prohibición que hizo el Primer Triunvirato a Belgrano de enarbolar la bandera que había creado en 1812, para no dar la impresión de un plan independentista). Pero cuando Fernando VII volvió a su trono por la caída de Napoleón, se negó a negociar con los insurgentes. Todavía en 1815 Belgrano y Rivadavia viajaron en una misión a Europa para negociar "la independencia política de este Continente" o al menos "la libertad civil de estas Provincias", es decir la autonomía. Pero el rechazo del rey fue taxativo: para Fernando VII la situación debía retrotraerse a 1809. Y obviamente tal solución era inadmisible para los revolucionarios. Solo les quedaba entonces fugar hacia adelante y romper todos los vínculos con el monarca. De ahí la paradoja de Tucumán: un elenco político mucho más conservador que sus precedentes en los gobiernos revolucionarios dio el paso que antes se había evitado, definiendo la creación de un nuevo Estado.
Otro objetivo del Congreso fue nombrar un director supremo que volviera a ser obedecido por todos en las Provincias Unidas: el elegido fue Pueyrredón, lo cual implicó un reafianzamiento del centralismo con capital en Buenos Aires. Luego fue indispensable elegir un plan bélico, única forma de asegurar la independencia, y fue en julio de 1816 que se decidió darle el apoyo pleno al proyecto de San Martín de evitar los avances por el Alto Perú – donde los revolucionarios habían sufrido tres derrotas en cinco años – y en cambio atacar a los realistas en Chile para desde allí avanzar sobre el Perú, baluarte realista en América del Sur, y concluir la guerra.
Un cuarto propósito de los diputados fue elegir la forma de gobierno para el nuevo Estado, ¿república o monarquía? En el panorama conservador que trajo la derrota de Napoleón, muchos creían que solo una monarquía, aunque constitucional, podía ser reconocida en Europa. Y pensaban que al mismo tiempo podía dar un principio de unión para las diferencias entre las provincias. El antiguo republicano Belgrano planteó la posibilidad de entronizar a un descendiente de los incas, lo cual daría a la monarquía una fuerte identidad americana y – creía – aseguraría el apoyo indígena a las Provincias Unidas en el Alto Perú, movimiento que tenía la posibilidad de asegurar el triunfo. San Martín, Güemes y varios congresales apoyaron la idea, pero varias voces republicanas se elevaron en contra. No luchaban contra un rey, decían, sino contra los reyes, contra el despotismo que suponían necesariamente asociado con la monarquía. El debate parlamentario y en la prensa no condujo a acuerdos y la situación quedó sin resolver.
El quinto objetivo fue poner fin a la revolución, a lo que los diputados consideraban un peligroso avance de la insubordinación, para reconstruir un orden. La intención era doble: terminar con el desafío de pueblos pequeños a las ciudades cabeceras, de las provincias al poder central y de cualquier facción a un gobierno; y también poner un límite a la movilización popular, que era muy fuerte en diferentes espacios rioplatenses y significaba un ataque a las jerarquías tradicionales y un cuestionamiento del orden social. La decisión del Congreso fue ubicar al "Ejército Auxiliar del Perú" en Tucumán, al mando de Belgrano, con la misión de vigilar el orden interno. Solo en 1816, ese ejército reprimió levantamientos en La Rioja, Córdoba y Santiago del Estero. Y a nivel social intentó una pedagogía de la obediencia (por ejemplo con versos en tono popular como el "cielito de la independencia"). De todos modos, mientras siguiera la guerra era muy difícil para las elites conseguir la desmovilización que anhelaban.
El Estado creado por el Congreso se desmoronó en 1820 pero la independencia quedó como un legado duradero, ya que todos los proyectos políticos ulteriores la tomaron como punto de partida. Desde el siglo XIX, el mito de origen argentino está asociado con dos conceptos muy fuerte: revolución e independencia.
Por supuesto, la noción de qué significa la independencia fue cambiando a lo largo del tiempo y de acuerdo a quién la mirara. Lo ocurrido en 1816 no fue un hecho aislado sino que se enmarcó en la "era de las revoluciones" iniciada en torno a 1770 en América y Europa, que dio origen al mundo moderno. Un elemento clave de ese momento de cambio fue el ascenso de la noción de soberanía del pueblo como fundamento del poder, por lo cual una declaración de independencia como la de las Provincias Unidas implicaba también consolidar esa máxima. Imperfecta y variable, la idea de soberanía popular atravesó los siglos XIX y XX como un principio decisivo. Hoy, cuando como nunca antes el poder del "mercado", de las grandes corporaciones multinacionales, impone sus condiciones en todo el mundo, la noción de independencia parece augurar una lucha futura de los Estados para mantener ciertas porciones de soberanía frente a los designios de poderes no elegidos por ningún pueblo.
*   Historiador, investigador de Conicet. Autor de 1816. La trama de la independencia.
















 EL DEBATE DE LA INDEPENDENCIA


El encuentro



El festejo por el Centenario de la Independencia, como ahora, no tuvo el brillo del de la Revolución de Mayo, y se centró en el tedeum y el desfile militar, también como ahora. Pero quedó marcado por el disparo con que un trabajador anarquista intentó matar a Victorino de la Plaza, el último presidente del viejo régimen.
                                            Victorino de la Plaza. | Juan Mandrini.

Por       Sergio Wischñevsky    *


Aquel 9 de julio de 1916, Juan Mandrini salió a las diez de la mañana de su pensión rumbo a la Plaza de Mayo con un revólver en la cintura. No era un tirador profesional pero creyó que no podía fallar a pesar de estar a una considerable distancia. Su blanco era el presidente de la Nación. Sacó su arma, apuntó, y calculó el momento exacto para disparar. Las consecuencias de su acto eran incalculables.
A diferencia de lo ocurrido seis años antes, durante los festejos del Centenario de la Revolución de mayo de 1810, el clima social, cultural y político, no era de ebullición optimista entre las élites argentinas. La conmemoración del centenario de la Independencia llegaba en un momento político nacional e internacional muy complicado. En abril de ese año ganó las elecciones Hipólito Yrigoyen, pero su asunción como presidente estaba prevista recién para el 12 de octubre, por lo cual aquel Festejo Centenario encontró al frente del poder Ejecutivo a Victorino de la Plaza, el último de los presidentes del viejo régimen; incómodo ante la inminencia de la asunción del yrigoyenismo. Después de tres décadas de ejercicio ininterrumpido del poder, el partido conservador debía dejar la presidencia, una clase gobernante en retirada, con los grupos económicos dirigentes asustados ante la cercanía de lo que para la prensa oficial era una catástrofe: la llegada de funcionarios "sin apellido".
Por si eso fuera poco el mundo estaba en guerra, la presencia de grandes líderes mundiales en los festejos, como había ocurrido en 1910, era imposible.
El nueve de julio la ciudad de Buenos Aires despertó bajo un canto de campanas, los bronces de todas las iglesias fueron echados a vuelo con el amanecer. La Plaza de Mayo fue el punto de reunión del pueblo, epicentro oficial de los homenajes que luego del solemne Tedeum, oficiado a las 13, presenció la revista militar que duró exactamente una hora. El presidente De la Plaza y sus ministros observaban desde el balcón de la Casa Rosada.
Cerca de las tres de la tarde, Juan Mandrini, militante anarquista, ya estaba mezclado entre la multitud, por eso no necesitó fingir entusiasmo. Cuando terminaron de desfilar los militares llegó el turno de los Boy Scouts y tras ellos se sumaron jóvenes sueltos entre los que logró colarse. Apuntando con su revólver al palco trazó una línea imaginaria que unió dos mundos que casi nunca se tocaban.

El doctor Confucio
El 9 de agosto de 1914, diez días después del inicio de la primera guerra mundial, falleció el presidente en ejercicio Roque Sáenz Peña, gran arquitecto junto a Yrigoyen de la Ley de Sufragio Universal, secreto y obligatorio que modernizó las elecciones. Así fue que asumió la presidencia el vice, Victorino de la Plaza, que no estaba de acuerdo con ese rumbo y generó grandes tensiones cuando intentó dar marcha atrás con esa ley. Procedente de una familia salteña estudio leyes e ingresó en el estudio de Mariano Zorreguieta, antepasado directo de la reina Máxima de Holanda.
Su Tesis doctoral en derecho se tituló "El crédito como capital"; se lo consideró un destacado jurisconsulto por su asistencia en la elaboración del Código Civil bajo la tutela de Dalmacio Vélez Sarsfield; de hecho fue él quien, por encargo de Sarmiento, lo llevó a imprimir a EEUU. Su carrera siguió como abogado de bancos y diplomático. En 1890 en medio de la gran crisis de la deuda externa, Carlos Pellegrini lo puso al frente de las negociaciones con la banca extranjera. Ricardo Sáenz Hayes lo calificó duramente: "es un anglómano con veinte años de residencia en Londres… se decía que hablaba el castellano con acento inglés y el inglés con tonada salteña", lo cierto es que finalmente fue separado de las negociaciones porque lo consideraron "demasiado cercano a la banca Morgan".
Su costumbre de hablar en voz baja y con los ojos entrecerrados hizo que algunos, con malicia, lo llamaran "el doctor Confucio". El contexto económico de la etapa en la que le tocó gobernar era de una marcada baja de las exportaciones a causa de la guerra, los ánimos estaban muy lejos de sostener discursos anticoloniales, más bien todo lo contrario. En un voluminoso número especial de unas 800 páginas que editó el diario La Nación en julio de 1910, se puede apreciar el espíritu que dominaba a las élites. La mayor parte del ejemplar está dedicado a homenajear y mostrar a los grandes establecimientos empresarios y financieros, luego se leen extensas apologías a los grandes reinos de Europa y sus vínculos con Argentina, y por último, se le dedican tres páginas a los países latinoamericanos.

Versos contra los tiranos
En 1916 los sectores populares argentinos ya habían dado muchas muestras de descontento, y lo que se dio en llamar la cuestión social formaba parte de la agenda política. El anarquismo y el socialismo denunciaban las injusticias, desamparos y brutalidades sobre las que el régimen conservador se asentaba. En gran medida el triunfo del radicalismo era una conquista de la chusma.
La familia Mandrini, proveniente de Italia se instaló en Azul, provincia de Buenos Aires, allí se hicieron cargo de una chacra y quisieron salir adelante con el sueño de trabajar y "hacer la América". Un incendio se sumó a las ya muy duras condiciones de vida y se trasladaron a la gran ciudad, en la calle Yapeyú en el barrio de San Cristóbal. En 1892 nació Juan, cuando estalló la guerra quiso enlistarse en el ejército italiano para ir al frente, pero desistió de la idea ante los ruegos de su madre. Tuvo diversos trabajos como albañil y pasaba gran parte de su tiempo libre escribiendo versos "contra los tiranos". Eran épocas en las que las protestas obreras solían terminar con derramamientos de sangre, en las que la Corte Suprema de Justicia falló que un sindicato era una "Asociación ilícita", épocas en la que algunos sectores anarquistas creían que los atentados eran actos revolucionarios, épocas en las que el Congreso aprobó la tremenda Ley de residencia, que posibilitó la expulsión del país de miles de inmigrantes sin juicio previo, a muchos de los cuales separaron violentamente de sus familias.
¿Qué habrá pensado Juan Mandrini cuando tuvo en la mira al presidente? Imposible saberlo, pero la situación fue vertiginosa y condensa en ese gesto todo un cuadro de esa Argentina de principios del siglo veinte, un modelo social que estaba crujiendo. Cuando finalmente apretó el gatillo, el azar de una puntería esquiva no modificó el rumbo de la historia, cuando intentó disparar de nuevo, una batahola de testigos cercanos logró atraparlo y por muy poco no terminaron linchándolo. Fue salvado por la policía que lo llevó detenido mientras él gritaba "Viva la anarquía". Mientras tanto el presidente Victorino continuó impertérrito con el acto oficial.
En la comisaría, cuando el juez Orto – así se apellidaba – le levantó la incomunicación fue entrevistado por la prensa y ante la pregunta acerca de porqué había intentado asesinar al presidente, adujo que "para exteriorizar mi protesta por los fusilamientos de Lauro y Salvatto", dos pescadores calabreses condenados a muerte por el asesinato de un empresario por encargo de su esposa.
Una versión oficial consignó que el presidente De la Plaza perdonó a Mandrini por considerarlo un demente. Lo condenaron por disparo con arma de fuego y no por tentativa de homicidio, lo que le alivió mucho la sentencia. Cumplió un año y cuatro meses de prisión en una alcaidía policial y no en una cárcel. Los que estuvieron con él contaron que se pasó todos los días de su cautiverio leyendo y escribiendo poemas contra los tiranos. El 1 de febrero de 1918 recuperó su libertad con 26 años de edad y se fue a vivir a la casa de sus padres. A partir de entonces volvió a perderse de la vista de la historia entre la multitud anónima, de una Argentina que vivió su Centenario de la Independencia como un momento bisagra entre lo que ya no era y lo que todavía no es.
*    Historiador.













La cuestión de la empatía


Por        Sandra Russo

La televisión, en su aplastante generalidad, no muestra las protestas por el tarifazo. Ya no les queda más remedio que tocar el tema, que en esas pantallas parece salido de un repollo, porque sus audiencias no tuvieron acceso a la progresión de esas protestas, ya que estuvieron siendo distraídas por las variopintas denuncias plagadas de mentiras o con las espectacularidades que les regala la ministra Bullrich desde el verano. Tengo la impresión de que Bullrich sigue en su cargo no porque haya menos delitos, todo lo contrario, sino porque es en realidad ministra del Espectáculo Televisivo.
En las poquísimas coberturas en las que la televisión les cedió la palabra a los ciudadanos, no sólo irrumpió con una fuerza enorme el desconsuelo y la furia colectivas por medidas delirantes que aspiran, por ejemplo, a que millones de personas dejen de comer para pagar servicios, sino el estado de vulnerabilidad emocional en el que se encuentra nuestra población. Muchos confesaban estar empastillados, vivir a ansiolíticos, tener brotes de alergia nerviosa, palpitaciones, ataques de asma, accesos de llanto. Es gente que experimenta cotidianamente el choque contra el bloque de cemento que es Cambiemos, así como chocaron contra algo así los trabajadores de Tiempo Argentino, brutalmente atacados, cuando Macri los puso al mismo nivel de "usurpadores" que a ese grupo irregular de patoteros a los que protegió la policía. Un Macri por primera vez ido, a su vez, como De la Rúa, al declarar luego en mal inglés que estaba "orgulloso" de que el pueblo hubiera "entendido" las "duras medidas" del ajuste: sobre el corralito, De la Rúa supo decir que "la gente lo había recibido bien".
¿Qué es eso que siente y que expresa ese tipo de funcionarios completamente blindados frente al dolor del otro? ¿En qué lugar de sus propias subjetividades esos funcionarios se apoyan para provocar sufrimiento y aislarse en su propia indiferencia?
En mi último libro, Lo Femenino, hay un par de páginas en las que hablo del Papa. Son sorprendentes los senderos que abren las asociaciones, porque esas páginas forman parte del segundo ensayo del libro, Alternativa Bonobo, en el que desarrollo las diferencias entre los chimpancés y los bonobos, ambos primates con los que la especie humana comparte el 98 por ciento de su ADN. En ese trabajo, entre otras, profundizo algunas ideas que plantea el primatólogo holandés Franz de Waal en su libro El Bonobo y los diez mandamientos.
Como otros primatólogos, De Waal ha avanzado desde su largo camino de observación de la conducta prosocial animal, hacia zonas cercanas a la filosofía y a la ética. Entre otras cosas, los bonobos no conocen los asesinatos, las violaciones, los infanticidios, y evitan el derramamiento de sangre. El sexo por un lado, y su alto nivel de empatía, por otro, son sus reguladores de las tensiones colectivas. Desde que fueron descubiertos y estudiados, recién hace un siglo, los bonobos fascinaron a sus observadores. Les dicen "los monos hippies" o "los monos de izquierda". Un primatólogo de Harvard, Richard Wrangham, escribió que la historia de esa especie "es una narración de demonismo derrotado".
Los chimpancés también son capaces de sentir empatía, es decir, de ponerse en el lugar del otro. Pero los bonobos hacen de la empatía el eje de su vida en común. Cuando un macho de rango superior o una hembra con influencia intervienen para terminar una pelea, siempre se ponen del lado del más débil. Cuidan a sus ancianos enfermos. Los asisten. Preservan su territorio, pero suelen evitar las guerras a través de negociaciones que pueden terminar en grandes festejos.
En su libro, De Waal afirma: "Aprecio a los bonobos precisamente porque su contraste con los chimpancés enriquece nuestra visión de la evolución humana. Nos muestran que nuestro linaje no viene marcado sólo por la dominación masculina o la xenofobia, sino también por un anhelo de armonía y sensibilidad hacia los otros". La pregunta central de De Waal es si no hay en nuestro ADN como especie no sólo esa predisposición a la competencia y a la inercia del grande que se come al chico, sino también, obturada, desviada, incluso derrotada, una necesidad imperiosa de solidaridad, un impulso biológico que nos empuja hacia los otros, a ponernos en su lugar y a hacer lo que esté a nuestro alcance para evitarle sufrimiento.
Esas ideas sobre la empatía animal se abrieron paso aceleradamente después del estudio de los bonobos. Faltaban herramientas. La ciencia había quedado un poco atascada en las definiciones que en el siglo XIX habían sellado algunos divulgadores de Darwin. Uno de ellos, el biólogo Michael Ghiselin, había dejado constancia de su propia interpretación de la selección natural de las especies, en una frase tajante: "Rásquese la espalda de un altruista y se verá brotar la sangre de un hipócrita". Apuntalaba así la "teoría de la fachada": cualquier gesto de empatía hacia los otros era demagogia o cinismo.
Este verano, mientras estaba escribiendo mi libro, Francisco visitó Cuba y allí dijo algo que los diarios malversaron en títulos como "El Papa habló contra las ideologías". No habló de eso. Lo que dijo fue que "el servicio (a los otros) debe hacerse más allá de las ideologías, porque no se sirve a las ideas, se sirve a las personas". Estaba hablando de algo que está más allá de las ideologías, y yo entendí que estaba hablando más allá también de las religiones. Y en ese punto lo vinculé con las preguntas de De Waal. Una de esas preguntas, vinculada a la religión y a sus mandamientos, es: ¿Y si la ética hacia el otro no nos viniera de arriba sino de adentro?
Esto que nos cuentan como "inevitable", lo que le festejó esta semana Merkel a Macri, la inercia dominante de borrar al otro, el afán neoliberal de suprimirlo – incluso de la propia conciencia –  nace de lo profundo de quienes son capaces de blindarse frente al dolor de los demás. Lo que llaman "austeridad" es, además de la receta de una torta que nunca sale bien, una construcción argumental basada en una total falta de empatía. El neoliberalismo no concibe ningún intento cooperativo, en el amplio sentido de la palabra, ni reconoce como motivación legítima la necesidad de dignificar la vida humana. Entiende eso como la teoría de la fachada, la que viene de Darwin: el neoliberalismo se excusa pretendiendo que los que luchan contra la injusticia lo hacen por oscuros botines e intereses personales.
Es éste un mundo esquemáticamente chimpancé en el que la vida tiene escaso valor, en el que se ataca a las mujeres y a los débiles sin la menor conmiseración. Este mundo y esa lógica son un derivado de la noción patriarcal de la propiedad privada y un resabio de la supremacía del macho alfa. ¿Es así la humanidad? No. Es así el orden mundial que impera, regido por el rictus tanático de la indiferencia. Pero ese impulso, que ha aplastado de diversas maneras a pueblos enteros bajo distintas ideologías a lo largo de la historia, siempre fue resistido por quienes no solamente no soportan el destino que algunas elites determinan para ellos, sino por otros a los que la conciencia del sufrimiento ajeno les resulta insoportable.
En ese primer impulso hacia el otro, del que habló el Papa en Cuba y De Waal en su libro, en esa alquimia de identificación o de rechazo, anida lo que mucho más tarde se convertirá en ideología o creencia. Es algo más primario, más básico que una idea: es una actitud física, espiritual pero eminentemente física, porque hace contacto con el cuerpo del otro, y porque el semejante no es una abstracción sino una encarnación.
El mundo está descontrolado, y este país ni hablar. Estamos experimentando la suma del poder en manos de personas que en su faz más primaria han aprendido a prescindir, a despreciar, a vulnerar a los otros, a convertirlos en planillas o en porcentajes. Es tan profundo el pozo de dolor que se abre bajo nuestros pies, que lo que chilla en nuestros interiores también es prepolítico: probablemente la indignación nos viene de una necesidad tan ancestral y profunda como la de la dominación, pero que es su reverso. Es un aspecto replegado pero vivo de lo que somos, de cómo somos, de lo que creemos que es justo, de lo que necesitamos reparar para dormir tranquilos.







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